type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: mayo 2006

27.5.06

La mente alien: los mundos posibles del contrafáctico


Philip K. Dick no creía en absolutamente nada, salvo en dios. Y así, empezó a cambiar una parte de La Realidad por vez, como si fuera un rompecabezas inútil, uno que tiene tantas soluciones como combinaciones de piezas posible, y creó todos los mundos que se le cruzaron por la cabeza.

Llegaron los extraterrestres. Soy una hormiga eléctrica que me creía un ser humano. Podemos viajar por el tiempo. Podemos irnos lejos miles de años y volver al mismo lugar para darnos cuenta que ya no hay algo así como lugar. Los chinos viven bajo los efectos del LSD. Una piel de animal que cambia las palabras.

Y todo eso con una forma de contarlo tan natural, sin tener qué explicar nada más que esa ínfima parte del mundo que cambió, que uno empieza a pensar si, en realidad, no hubiera sido mejor haber sido conquistado por los fnuls, una manga de idiotas pero que la pasaron bien.

26.5.06

Despertares


Despertarme y tener una pierna de más, ahí justo en el medio. Pensar durante dos segundos qué mutación genética me ha sucedido durante la noche. Pasados los dos segundos descubrir que es la pierna de ella, que no se mueve, que se queda como si ese fuera su lugar; hacerle caricias en el pelo, obtener como respuesta una respiración más prolongada, oler la almohada y reconocerla y saber que la voy a reconocer hasta que vuelva a lavar las sábanas. Eso es despertarse con la chica con la sonrisa más amplia posible. Eso es despertarse cómo dios manda.
(*) photo fromo here

21.5.06

Contar la música


El otro día leí en la Perfil una reseña del nuevo disco de Lila Downs; estaba tan bien escrita que, a pesar de no haberla oído nombrar nunca, me tuve que comprar su disco; mencionaba a las bandas que tenía que mencionar para dar similitudes e influencias, me habló de narcocorridos que me hizo acordar a qué no saben qué y a ese pozo negro en el cual cada vez tengo más ganas de caer, o de ser arrojado o de simular caerme; lo tuve que comprar (ni siquiera bajar, comprar).
Si el disco del Teto Medina estuviera a la venta, gracias a esto, lo tendría que comprar.
(*) la foto es de el playmobil que más me gusta desde mi infancia

18.5.06

Vida y muerte del crítico


Fernando se despertó con un horrible dolor en la garganta; ahí se acordó que había fumado mucho hace un par de horas; mientras se tocaba la pija sólo para comprobar que estuviera allí, comenzó su agenda mental del dia: no tenía nada que hacer salvo encontrarse en Platón a las 7 con Gran Escritor.

No faltaba tanto, era la 1. Se levantó, se puso los pantalones jamaiquinos llenos de humo de la noche anterior, escupió en el baño una sustancia que desconocía podía salir de pulmones humanos, se agachó hasta el bidet, miró la sustancia y sólo entonces supo que era negra. Qué loco. Se cepilló los dientes mientras Mairtena le tocaba la puerta del cuarto para ver si bajaba a comer.

Fernando dijo que no, gracias, gracias, Mairtena pero no, ahora bajo a tomar café nomás. Bajó, tomó café nomás, pensó si Mairtena estaba buena o no. Subió a su cuarto, prendió la computadora, contestó un mail de su herrmano en Swazilandia que le contaba del último conflicto con el mijo y de cómo ya se acercaba el momento en que el país – Swazilandia – volviera a entrar en guerra civil. Leyó Clarín, Infobae, buscó en el Google el nombre de la chica que le gustaba desde hacía tres días. Miminimizó las ventanas de internet, abrió el MSN, saludó a quienes tenía que saludar, charló con uno sobre fútbol, con otro de política, con otro de los blogs, con otro no charló porque el otro estaba trabajando.

Ahí, Fernando miró que faltaba poco para Gran Escritor; se puso No disponible en el MSN y repasó las preguntas que había preparado para Gran Escritor; mientras las revisaba, también revisaba si Deleuze diría algo así, si Derrida estaría de acuerdo con él; leyó Rizoma y no entendió mucho porque Rizoma no se entiende mucho y pensó que su pregunta tenía un clima similar; debe estar bien.

¿Las imprimo o no las imprimo? Fernando hizo deducciones; si la imprimo y las llevo quedo como un tarado y capaz que no me llaman más, y termino dando clases en un secundario; si no las imprimo, quedo como un improvisado, que no le doy mucha importancia al Gran Escritor; si pasa eso, el Gran Escritor PUEDE enojarse y si se enoja, no me llaman más. Las deducciones llegaban a su no pertenecer, así que decidió que quería pertenecer y empezó las deducciones al revés.

Se aprendió las preguntas de memoria; las actuó frente al espejo del baño; las actuó frente al espejo trasero del colectivo; las actuó en el espejo del baño de Platón; ahora, parecía natural pero interesado; ahora daba el nivel de importancia medio que tenía que dar a Gran Escritor.

Gran Escritor llegó a Platón, contestó las preguntas actuadas de Fernando, pagaron los cafés a medias, fueron a comer al Portugués, Gran Escritor le dijo a Fernando que ya no daba seguir poniendo play al grabador. Gran Escritor invitó a Fernando a fumar porros (así, en PLURAL) en su casa, Gran Escritor rompió el culo a Fernando, Gran Escritor clavó puñaladas en Fernando cuando éste dormía en pelotas, Gran Escritor quemó el cadáver, las hojas que contenían las preguntas, el casette del radiograbador, se sacó un pasaje a Cipoletti y se fue.

Mairtena, a veces, lo llora.

12.5.06

Sindicato (ii)

(viene de acá)

Si bien la coartada del sindicato fue confirmada por los distintos peritajes médicos que se realizaron y por los testimonios de los vecinos del suicida, de acuerdo con quienes Benítez “era una persona un poco rara”, el Ministerio montó una operación de prensa para que se magnificara el suicidio, pusiera a la opinión pública en contra del gremio y éste tuviera que ceder en sus reclamos más extremos. Las autoridades más altas del Ministerio brindaron una larga conferencia de prensa y repitieron lo que habían pensado desde el principio, que “las actividades del Sindicato se habían convertido en ilegales y que, por lo tanto, se iba a intervenir la cúpula sindical.”

A partir de las 18.25 de ese mismo día, la Policía ingresó en la sede del Sindicato, en donde encontró escritorios, sillas, armarios, ficheros y fotos de Evita y de Perón pero a ninguno de sus miembros. A las 18.40, en la Estación Avellaneda, se arrojaron dos hombres con sus carnets de afiliados aferrados a su mano derecha; en la izquierda, portaban hojas de papel canson número 5 en las cuales aparecían ellos mismos retratados en su oficio de ferroviarios, algo que habían realizado sus hijos el día en que la señorita del grado les pidió que contaran de qué trabajaban sus padres. A las 19.25, una vez que fueron removidos los cadáveres, y que el mismo tren siguió su curso, se arrojó una persona en la Estación Bernal, también con su carnet de afiliado en una mano pero con una botella de ginebra “Tres Plumas” en la otra.


Mientras los periodistas intentaban en vano hablar o bien con los dirigentes sindicales o bien con los punteros sindicales o bien con algún miembro del Sindicato, el Ministerio se comunicó con el Departamento de Policía y le exigió una guarda policial en los andenes de todas las estaciones y en las zonas aledañas, lo cual fue cumplido después de una promesa de aumento presupuestario para las comisarías afectadas al operativo.

Al día siguiente, los diarios pusieron en sus tapas los hechos del día anterior: “Vuelven las muertes sindicales”, “El sindicato de la muerte”, “¿Quién se acuerda de los pasajeros?”, “Heroica resistencia”, “Sindicato de Suicidas” fueron algunos de los títulos. El último de ellos fue el que más éxito tuvo en la opinión pública, algo que Daniel Valpert, su autor, reconoció en cuanto los noticieros comenzaron a utilizar ese nombre para referirse al gremio.

Ese mismo día, a las 17.54, tres hombres se arrojaron al paso del tren en las cercanías de la Estación Sarandí mientras tres policías transpirados perdían sus gorras tratando de alcanzarlos; veinte minutos más tarde, se hizo presente en el lugar de los hechos Valpert con un fotógrafo. Luego de rutinarias charlas con los tres policías, con el comisario, con una señora que insistía en haber visto absolutamente todo, en conocer a esos, Valpert se acercó a las tres bolsas de consorcio negras que contenían los restos de los sindicalistas, las descubrió y se quedó un largo rato observando lo que podían haber sido sus rostros, hasta que el fotógrafo lo arrastró hasta la camioneta del diario.

11.5.06

Lo que quieran, pero para mí escribir bien es...


No voy a decir nada nuevo y nada que nadie no sepa; pero cuando Natalia Moret escribe cosas como ésta, me da la sensación de que en la literatura se esconde el secreto de algo más vital que demostrar la trayectoria en Puán. Y eso me parece fantástico.

Don´t you rock my boat

Oh, please don't you rock my boat
'Cause I don't want my boat to be rocking
Don't rock my boat
I'm telling you that,
oh-whooh-whoohI like it like this,
I like it like this
And you should know,
you should know by now
I like it, I like it like this, I like it like this
Yeah,
you satisfy my soul, satisfy my soul

En algún momento dije que cuando uno fumaba marihuana, todas las cosas que se podían hacer eran fantásticas. Sin embargo, me olvidé de mencionar la mejor:
Escuchar a este tipo, que se murió hace 25 años y que sigue siendo la banda de sonido casi necesaria para este estado, que sigue representando la armonía total entre la banda de sonido y la película que me armo cada vez que estoy así.

6.5.06

Promesas naturales: la contradicción que no genera

Hace mucho tiempo que no leía algo que me costaba tanto entender; que no me defraudaba tanto algo que me habían recomendado y que había recibido tantos elogios. Sin embargo, Promesas Naturales, de Oliverio Coelho logró cada una de esas cosas en forma rotunda.
El otro día hablaba con un amigo de Oliverio de la novela y en un punto, me dí cuenta que no podía decir de qué trataba la historia. Digamos que lo que pasa es que hay una chica que se llama Bernina que vive en los territorios externos y que se mete en los territorios internos de una administración de clara raigambre kafkiana, donde la burocracia supera cualquier intento de racionalización, donde conviven distintos seres y distintas especies que, no se sabe bien cómo, mutaron en lo que son; a veces, parece una necesidad de adaptación al medio y otras, otra cosa más o menos inentendible. Ahí, Bernina va teniendo diferentes aventuras, todas cargadas de metafísica, de ontología, de hermeneútica impedida. El problema no es que las aventuras sean metafísicas, sino que no se entienden: se esconden atrás de ese tufillo cargado de exceso intelectualoide puanesco y lo hacen tan bien que parece imposible hallarlas.
Uno de los problemas de Oliverio – bah, una de las razones por las cuales tuve que dejar el libro en la página 112, después de un mes y medio de intentar encontrar razones para leerlo o razones para entender qué pasaba – es que él piensa mucho. A veces da la sensación de un tipo obsesivo corrigiendo mil veces la misma frase hasta lograr algo tan artificial, tan falso, tan poco vívido que no permite que nadie ingrese; si el libro pretende ser de aventuras – a grandes rasgos – metafísicas, no lo puede hacer porque nunca toma ritmo, nunca concede nada, todo permanece en el escondite recóndito del vacío teórico.
No está mal corregir una y otra vez; de hecho, todos – salvo, quizás, las cosas que escribimos en el blog – lo hacemos innumerables veces y nunca quedamos conformes con el resultado; pero lo que pasa acá es que yo me imagino el siguiente proceso.
Tomo un párrafo de la novela (*) :

“Entraron a la casa. Mientras Chatran ordenaba un poco
su monoambiente de paredes blancas, Bernina descansó en la única poltrona de la
casa. No retornaba de su atípico desmayo. La espiral de hiperconciencia
levantaba entre la percepción y su cuerpo un vallado de alucinaciones que se
manifestaban en una confusión acelerada de signos. Lo que ocurría en torno de
ella, pensó, era la escala menor de una cadena deductiva que confluía en los
nonos y en los lotarcios: lo sublime y monstruoso de la especie transplantado en
los territorios paralelos. Recién en ese momento, trepando por una enramada de
deducciones, supo adónde había llegado. Se sintió decepcionada, no tanto por los
paisajes circundantes como por Chatran que en un típico ataque de frivolidad no
dejaba de asear su monoambiente para realzar la calidad casi inexistente de sus
pertenencias.”
Lo que está diciendo ahí Oliverio es que a Bernina le parece medio estúpido que Chatrán, con quien tendrá sexo en breves líneas, arregle su casa. No más que eso. Claro, usted dirá, Crimen y Castigo también puede redescribirse como la historia de un tipo que mata a un par de viejas y lo agarran; en eso consiste la literatura, fucking PH. Sí, seguro. ¿Pero hace falta recargar tanto eso? ¿Hace falta esconder tanto la acción, lo que está pensando la protagonista? ¿hace falta hablar de cadenas deductivas que no se reconstruyen? ¿qué es la escala menor de una cadena deductiva: un axioma, un supuesto, lo menos importante? Para Coelho, hace falta, por supuesto; es imprescindible. Pero ¿por qué?
La hipótesis del proceso es que Coelho tiene muy poco que contar en términos de historia; entonces, toma cada acción y le va agregando palabras nuevas, aforismos que tienen buena apariencia, retazos altisonantemente teóricos, hasta hacer casi desaparecer la acción que dio origen a esa “supuesta reflexión.” (El punto culmine es cuando describe un asado de la manera más enrrevesada posible.)
Lo llamativo es que me pareció reconocer un lugar común de la vanguardia literaria, como lo es la desconfianza completa hacia el lenguaje como medio de opresión, como instrumento de dominación, como muerte del escritor, como asesinato de la individualidad creativa; en Promesas Naturales, se enfatiza esto por recursos un poco obvios como por ejemplo poner en cursiva al término idioma, extraer consecuencias destructoras de la identidad del hecho de nombrar, de la importancia de no decir nada, etc. Ok. Entiendo la parte teórica. ¿Pero no hay una contradicción entre esa desconfianza profunda acerca de las capacidades del lenguaje y utilizar deliberadamente un lenguaje cada vez más extraño, más hermético, más inentendible para narrar? Ahhhh. Es que lo que te está mostrando es justamente eso, flaco, que el lenguaje no te permite expresar nada porque, en definitiva, siempre es una herramienta extraña, una exterioridad irreconciliable con el YO. Ahhhhh.

Y la pregunta sigue siendo la misma: ¿y entonces para qué usa el lenguaje para escribir literatura? ¿porqué no hace un libro de fotos y dice que es una novela?

(*)Un blog opuesto, el de Diego, hizo primero algo similar a esto; lo hace mejor que lo que se hace acá y realmente está muy bien lo que dice.

4.5.06

¿Qué hacer mientras se toma parciales?



PH, aburrido de la misma rutina de repartir hojas, tomar lista y sentarse a leer Promesas Naturales de Oliverio Cohelo, comenzó a intercambiar los mensajes de texto que se transcriben a continuación con el colega S., el cual se caracteriza por que todo le dé paja, y que realizaba, en ese instante, la misma rutina.

- PH: ME ABURRO
- S: Aca tengo una putita que me entretiene
- PH: Turro! Yo sólo tengo un ganso con un machete.
- S: Mi ganso está desarmado. Si no, se suicida.
- PH: Eso es lo que nos falta. Un blanco fácil para el ganso.
- S: En verano los escotes hacen esto mucho más divertido.


this picture is taken, as usual, from this great fotolog

1.5.06

El Sindicato (i)



El primer suicidio sindical fue en febrero, en uno de esos días donde la transpiración de los pasajeros se mezclaba en el aire con el olor de los superpanchos y de los que vendían cinco alfajores por un peso. A las 5 de la tarde, en uno de los pasos peatonales llegando a Estación Dominico, un tipo se había suicidado caminando en línea recta en dirección a la locomotora. A las 5.42, cuando habían terminado de retirar los restos de la vía, el Sindicato de Ferroviarios envió una declaración pública donde se adjudicaba el suicidio como forma de protesta frente al intento del Ministerio de Trabajo de clausurar las actividades del sindicato.

El Ministerio dudó de la veracidad del documento y se entablaron conversaciones – que no trascendieron al público – entre los dirigentes sindicales de segunda línea y los secretarios de funcionarios públicos; allí, se confirmó la noticia, frente a lo cual los funcionarios, una vez informados por sus secretarios, se negaron a tratar con los sindicalistas bajo esa presión y respondieron que la responsabilidad del muerto era exclusivamente del sindicato. Los dirigentes respondieron que, efectivamente, ellos eran responsables.

Al día siguiente, a las 6 de la tarde, en la Estación Wilde, dos hombres se suicidaron con diferencia de metros y de segundos. El primero, apostado al costado de las vías, se lanzó contra el tren; cuando el maquinista comenzó a hacer frenar al tren, apareció del otro costado de las vías otro gremialista y se arrojó delante de la locomotora, no sin antes haber hecho explotar una bomba lanza panfletos. Los panfletos, que no pudieron recoger ni los policías ni las autoridades de la empresa de transporte porque los pasajeros que habían bajado del tren los tomaron primero y no los querían entregar bajo ningún argumento, eran blancos con letras negras que decían: UNO POR DIA, HASTA QUE NO HAYA TREN EN LA VÍA.

Después de cuatro muertos más en horas pico de días de semana, el Gobernador hizo saber al Ministerio que eso no podía continuar así, que los medios estaban dedicando amplias coberturas al tema y que algo había que hacer. Esta vez, los funcionarios del Ministerio en persona quisieron entablar comunicaciones con los dirigentes de primera línea del sindicato y entablar un gesto de apertura al diálogo y a las negociaciones; incluso, el Ministro hizo declaraciones en un programa de radio, elogiando a los dirigentes sindicales, refiriéndose a la importancia de mantener incólumes los principios políticos que uno defendía - incluso mencionó al Che Guevara – pero criticando los métodos de lucha elegidos; pidió encarecidamente el fin de estos suicidios heroicos y llamó a una Mesa de Negociaciones.

Los sindicalistas, por su parte, no hicieron declaraciones personales a la prensa y sólo dieron a conocer comunicaciones oficiales donde se adjudicaban los atentados suicidas e instaban al gobierno a ceder en todas y cada una de sus exigencias, las cuales no eran detalladas allí. Al mismo tiempo, no lograban llegar a un acuerdo con el Ministerio respecto de las condiciones para ingresar en la etapa de negociaciones.

Mientras se entablaban extensísimas conversaciones telefónicas entre asesores, ministros, funcionarios y secretarios generales, delegados y secretarias, se produjo sólo un suicidio, el de un miembro del sindicato, el de Arístides Benítez. Las marchas y contramarchas que sucedieron a este suicidio hizo temer que nunca se conformara una Mesa de Negociaciones. El Ministerio acusó al Sindicato de no querer lograr un acuerdo y de querer operar políticamente con las vidas de sus miembros; el Sindicato sostuvo que Benítez no había sido conminado al suicidio, sino que estaba bajo tratamiento psiquiátrico y que esa era la única causa por la cual se había suicidado, con lo cual la única responsabilidad del sindicato consistía en pagar su funeral y otorgar un subsidio a la familia.
(sigue luego)