Mojate por Goethe
Desde la ventana de casa, en la cual no se cayó la persiana de casa de alquiler correspondiente, veo Pompeya, Valentín Alsina, Lanús y si me achino los ojos, Gerli. En realidad, sólo veo los cielos. Un cielo en celeste y gris. Una nube que forma una torre gigantesca, al lado de la cual se construyó una montaña sin nieve en la cima.
Hoy llovió. Y como cada vez que llueve, yo dejé la ventana abierta, incluso sabiendo que si la dejo abierta, se me van a mojar los libros.
No se me mojan todos los libros, sino que se me moja un libro. Uno que nunca terminé de leer, que empecé a leer y me aburrió soberanamente; ahora, las hojas Porrúa a doble columna en donde están prohibidas implícitamente las anotaciones marginales, tan de apunte, tan de artículo que uno trata de entender y apropiárselo, están en dos tonos de marrones: uno natural y otro acuático, un marrón Río de la Plata.
Hace seis meses que vivo en esta casa de alquiler y ya se mojó más de diez veces; como si estuviera demostrándome que, a pesar de que lo ignore, de que no lo lea, de que ni siquiera me tome el trabajo de ponerlo a secar como el libro de Amalfitano, a pesar de todo eso, el libro está creciendo, está tomando con violencia espacio correspondiente a otros libros.
Lord Byron y Novalis, sus vecinos secos y silenciosos, se están haciendo más flacos, se están estirando para llegar al final de los estantes, como si fueran luchadores de catch que quieren tocar las cuerdas para que el castigo cese.
Un día de estos, cuando junte valor, voy a abrir Don Juan, esperando que las letras de Poesía y Verdad de Goethe se hayan pasado de libro; quizás así pueda leerlo.
Hoy llovió. Y como cada vez que llueve, yo dejé la ventana abierta, incluso sabiendo que si la dejo abierta, se me van a mojar los libros.
No se me mojan todos los libros, sino que se me moja un libro. Uno que nunca terminé de leer, que empecé a leer y me aburrió soberanamente; ahora, las hojas Porrúa a doble columna en donde están prohibidas implícitamente las anotaciones marginales, tan de apunte, tan de artículo que uno trata de entender y apropiárselo, están en dos tonos de marrones: uno natural y otro acuático, un marrón Río de la Plata.
Hace seis meses que vivo en esta casa de alquiler y ya se mojó más de diez veces; como si estuviera demostrándome que, a pesar de que lo ignore, de que no lo lea, de que ni siquiera me tome el trabajo de ponerlo a secar como el libro de Amalfitano, a pesar de todo eso, el libro está creciendo, está tomando con violencia espacio correspondiente a otros libros.
Lord Byron y Novalis, sus vecinos secos y silenciosos, se están haciendo más flacos, se están estirando para llegar al final de los estantes, como si fueran luchadores de catch que quieren tocar las cuerdas para que el castigo cese.
Un día de estos, cuando junte valor, voy a abrir Don Juan, esperando que las letras de Poesía y Verdad de Goethe se hayan pasado de libro; quizás así pueda leerlo.
(*) foto de acá
10 comentarios:
Bello post, PH.
Me hiciste pensar en mi gigantesco escritorio y como va mutanto de objetos según mis momentos y tal cual, están los que perduran mas alla de uno.
saludos.
hay unas ideas de Viñas respecto a la biblioteca de uno mismo, la biblioteca movediza de uno mismo, ambulante, que es parecido a lo que recién leo de ti, play. Saludos.
Con la lluvia del otro día yo también dejé abierta la ventana. Sabía que algo de lo que estaba sobre la mesa se iba a mojar, pero tenía sueño y no me levanté. Sufrieron mi vagancia un par de calendarios del norte, destinados a quienes ahora no van a recibir ni ese mísero regalo. Nada grave.
Por alguna extraña razón (infiero que deben tener que ver mis andanzas por blogs) tus entradas han empezado a llegar a mi buzón, desde la titulada «triste como película de boxeadores» (semejante comienzo fue lo que detuvo la tecla delete, cuando pensé que era un spam).
Ahora otros libros que yo tengo, con acartonados acuáticos, y que me niego a tirar porque encuentro que han adquirido una personalidad muy atractiva, se han hecho compinches de los tuyos. No puedo desilusionarlos. Volveremos por aquí.
Gracias, «ex, ex, ex...»
Es su inconciente que le está mandando mensajes, PH. Su deseo más inconfesable, sépalo de una buena vez, es ser Amalfitano. Déjese de joder y cuelgue de una buena vez 2666 de un broche en la terraza. Verá cómo su vida empieza a cobrar sentido.
PD: Deshágase del lastre. Tire ese libro.
¿Usted ha borrado, descaradamente, mi comentario (no el suprimido de acá arriba, que fui yo en un descuido, el anterior)?
Pero qué mala bienvenida me da al mundo del blog.
ema, no, no he sido yo; igual lo lei, gracias.
muy lindo el post, pero, no se si es que estoy haciendo trasferencia o qué, pero leyendo el título pensé que se trataba de faunos y mujeres exitadas. en fin.
nadie: es que manejo el doble sentido como nadie: me llamaron para ser guionista de corona pero les pareció un poco trillado titular a la obra "chupame la pira"
cioso: me encantó lo de volumen cianotico aunque desconozca su significado; ahora, ¿hizo algun tipo de pacto con Mefistofeles en el medio? Mire que hay se explican algunas cosas, eh
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