El mundo según la madre de Garp
Hace muchos años tenía una novia y esa novia tenía una hermana pequeña, la cual estaba enamorada de mí, a diferencia de mi novia verdadera. Yo soñaba con la hermana de mi novia en situaciones estresantes: por ejemplo, estábamos en la orilla del mar y venía una ola que la llevaba hacia un lugar donde no la podía agarrar. La angustia asfixiante de tener que volver a la sombrilla a decirle a la familia de mi novia que se había ahogado era enorme y me hacía despertar dudando de donde venía tanto líquido.
El mundo según Garp trata exactamente de esa angustia en potencia que dan los niños. Sin ser padre, uno imagina que aquello que me pasaba con la hermana de mi ex novia es un cuarto de lo que un padre siente cada vez que piensa que su hijo puede morir antes que él. Frente a ese sentimiento imagino que habrá dos opciones: o en algún momento dejamos nuestros temores y recordamos que algo de racionalidad se esconde en el cuerpo de un niño o pensamos que su racionalidad es ridícula y construimos un mundo imposible, en donde los peligros estén ahuyentados por nuestro miedo.
La culpable de que T.S. Garp siempre esté más cerca de la segunda opción que de la primera – no casualmente sale desesperado ante un auto yendo a una velocidad exagerada ni tampoco es casual que en la mitad de una noche vaya a buscar a su hijo a la casa de amigos -. La madre de Garp es también culpable de que las primeras doscientas páginas del libro sean desconcertantes y asfixiantes.
Jenny Fields, la madre en cuestión, procrea al hijo sin necesidad de un padre real para Garp; esto que las feministas podrían tomar como la culminación de una idea de autosuficiencia femenina, es en realidad egoísmo producto del temor. Jenny Fields construye un universo en el cual la lujuria – lo que el resto de los humanos llaman sexo relativamente libre – no existe; los hombres, más que la posibilidad de dominación y explotación machista, son posibles causantes de enfermedades, de mares de males morales.
Jenny es enfermera y aún cuando deja de serlo, sigue usando el uniforme. Algo que diferencia a las enfermeras de los médicos es que las primeras tienen un contacto directo con la enfermedad mientras que en los segundos es mediato, conceptual; el contacto directo es curar la herida efectivamente, limpiar la mierda efectivamente, vaciar los papagayos, etc. Jenny no puede dejar de ser enfermera no tanto porque el mundo esté lleno de enfermedades sino porque ese uniforme le da la sensación de seguridad, de mantenerse protegida de manera directa, de mantener una frontera intraspasable entre los enfermos y los delantales blancos.
Jenny educa a Garp en un cuarto de enfermería de una universidad de la cual salen bastante poco y cada vez que salen, algo terrible pasa, en una irónica confirmación de que ella tiene razón en mantenerse aparte y cuidadora de la salud. El propio Garp pasará por situaciones similares: porque el problema con la angustia que generan los niños pequeños siempre va acompañado con la culpa a cuenta por no haber estado más, por no haberlo cuidado adecuadamente, etc.
El mundo según Garp también va de eso; a medida que Garp comienza a construir su propia familia, su propia forma de concebir el mundo, los temores de Jenny se convierten, todos y cada uno, en la realidad pero entran directamente en la carne garpiana. Que Garp termine sus días idolatrando a su madre y tratando de seguir sus actividades y sus pasos, no parece otra cosa que el reverso de la angustia del principio. La angustia de que nuestros padres tengan razón y que ellos hayan sido exitosos en morir antes que nosotros y nosotros no en morir antes que nuestros hijos.
El mundo según Garp trata exactamente de esa angustia en potencia que dan los niños. Sin ser padre, uno imagina que aquello que me pasaba con la hermana de mi ex novia es un cuarto de lo que un padre siente cada vez que piensa que su hijo puede morir antes que él. Frente a ese sentimiento imagino que habrá dos opciones: o en algún momento dejamos nuestros temores y recordamos que algo de racionalidad se esconde en el cuerpo de un niño o pensamos que su racionalidad es ridícula y construimos un mundo imposible, en donde los peligros estén ahuyentados por nuestro miedo.
La culpable de que T.S. Garp siempre esté más cerca de la segunda opción que de la primera – no casualmente sale desesperado ante un auto yendo a una velocidad exagerada ni tampoco es casual que en la mitad de una noche vaya a buscar a su hijo a la casa de amigos -. La madre de Garp es también culpable de que las primeras doscientas páginas del libro sean desconcertantes y asfixiantes.
Jenny Fields, la madre en cuestión, procrea al hijo sin necesidad de un padre real para Garp; esto que las feministas podrían tomar como la culminación de una idea de autosuficiencia femenina, es en realidad egoísmo producto del temor. Jenny Fields construye un universo en el cual la lujuria – lo que el resto de los humanos llaman sexo relativamente libre – no existe; los hombres, más que la posibilidad de dominación y explotación machista, son posibles causantes de enfermedades, de mares de males morales.
Jenny es enfermera y aún cuando deja de serlo, sigue usando el uniforme. Algo que diferencia a las enfermeras de los médicos es que las primeras tienen un contacto directo con la enfermedad mientras que en los segundos es mediato, conceptual; el contacto directo es curar la herida efectivamente, limpiar la mierda efectivamente, vaciar los papagayos, etc. Jenny no puede dejar de ser enfermera no tanto porque el mundo esté lleno de enfermedades sino porque ese uniforme le da la sensación de seguridad, de mantenerse protegida de manera directa, de mantener una frontera intraspasable entre los enfermos y los delantales blancos.
Jenny educa a Garp en un cuarto de enfermería de una universidad de la cual salen bastante poco y cada vez que salen, algo terrible pasa, en una irónica confirmación de que ella tiene razón en mantenerse aparte y cuidadora de la salud. El propio Garp pasará por situaciones similares: porque el problema con la angustia que generan los niños pequeños siempre va acompañado con la culpa a cuenta por no haber estado más, por no haberlo cuidado adecuadamente, etc.
El mundo según Garp también va de eso; a medida que Garp comienza a construir su propia familia, su propia forma de concebir el mundo, los temores de Jenny se convierten, todos y cada uno, en la realidad pero entran directamente en la carne garpiana. Que Garp termine sus días idolatrando a su madre y tratando de seguir sus actividades y sus pasos, no parece otra cosa que el reverso de la angustia del principio. La angustia de que nuestros padres tengan razón y que ellos hayan sido exitosos en morir antes que nosotros y nosotros no en morir antes que nuestros hijos.
8 comentarios:
Qué buena reseña. Yo no había leído la novela desde este punto de vista, aunque ahora me parece evidente que el papel de la madre es precisamente ese: "los temores de Jenny se convierten, todos y cada uno, en la realidad". Ese último párrafo es perfecto.
Es la primera vez que leo este blog, pero me ha gustado mucho la entrada. Muy inteligente. Las imágenes fueron lo que hizo que me suscribiese, pero ahora veo que hay mucho más que descubrir...
eric: gracias, la vuelta se la debo a usted.
drea: sí, los playmobiles son la trampa para que uno empiece a leer. Bienvenida y gracias
Muy bueno, sisis, de verdad!!!
Bueno, seguiréleyendo si me lo permite.
y nada....tenia que pasar por aui, sr Playmobil.
Besos!!!
si, claro, niña pon; los muñecos nos tenemos que juntar. Pase cuando guste
Mr. Playmobil, hace menos de un mes le recomende este libro a mi chico, creo que el tiene una mandre similar a la de Garp.
Una vez mas, me quito el sombrero ante usted...
Las madres, que tema. Siempre estuve intrigado por esa novela, supongo que atraído por el título. Ahora gracias a ud. tengo una certera idea de qué se trata. Espero leerla a la brevedad.
Abrazo
Ariel
durazna: lamento profundamente que conozca a Jenny; de todas formas, los enemigos de Jenny también son nefastos. Así qeu trate de parecerse a la esposa de Garp pero viva más lejos de su Jenny.,
CIoso: la verdad es que es una buena novela, no fantástica pero es buena. Es como una especie de largo guión de una película que si ves los primeros veinte minutos ya no vas abandonar
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