El liberalismo y los playmobils
Este post nació de un comentario de Cece y de una de las caminatas de tres horas que hicimos transandinamente.
Cece afirmaba que los Playmobiles tenían la vida solucionada desde el principio, desde antes de abrirse la caja y descorrer el plástico que los contenía: el playmobil que nacía en las virginales fábricas de Alemania como sheriff haría cumplir la ley en el lejano oeste, el que nacía controlador de tráfico lo sería siempre y la que nacía reina, no podría abdicar. Al principio, le dije que sí pero luego me dí cuenta que no, que de ninguna manera.
Al menos hasta hace algunos años – ahora los Playmobiles son distintos – los Playmobiles eran la representación de un principio liberal básico, el cual siempre ha sido mencionado como su obstáculo principal para enfrentarse con la pluralidad cultural y la identidad arraigada en las religiones, narrativas, grupos sociales, etc.: éste principio consiste en la idea de que dado que los individuos pueden cambiar sus objetivos, redefinir su identidad, pueden entrar y salir de cualquier tradición cultural, entonces esas adscripciones identitarias son posteriores a la existencia del individuo. De acá se sigue, casi naturalmente, que hay algo previo que constituye al sujeto y que no tiene que ver con esas identidades que siempre son consideradas provisorias y, si se quiere, contingentes.
Si los Playmobiles tuvieran la vida solucionada desde el principio – en el sentido ceceano – eso implicaría la violación de este principio: el sheriff no podría cambiar su ocupación y la reina sería reina por descendencia familiar. Sin embargo, lo divertido de los Playmobiles es que debajo de sus accesorios, debajo de sus sombreros, sus charreteras, sus barbas, etc., seguía quedando un Playmobil al que le podías dar otra identidad, que podías disfrazar de otra cosa: el sheriff podía ser el rey, el controlador de tráfico podía ser el ladrón del oeste, etc. Lo que quedaba de todas esas combinaciones era el sujeto abstracto del liberalismo, ese sujeto que esperaba ser determinado por otras cosas pero que, sin embargo, nunca era determinado total e irreversiblemente.
La libertad del individuo era para los Playmobiles justamente esa posibilidad de cambiarse la identidad – o mejor dicho, de ser cambiados por el sujeto activo del juego –, de dejar de ser lo que eran y pasar a ser otra cosa. Por supuesto, el liberalismo de los Playmobiles era clásico, quizás demasiado clásico, y todavía no podía entender la transmutación de género: uno podía cambiarle el peinado a una Playmobil por el de un Playmobil masculino pero siempre quedaría esa faldita levantada por el aire, en una inocente reminiscencia de la clásica escena de Marilyn.
Ahora bien, Cece tiene razón pero sólo con respecto a la nueva generación de Playmobiles: por ejemplo, para el mundial de fútbol, se hicieron jugadores de fútbol que tenían las camisetas de los distintos países pintadas en su propio cuerpo, las medias y los pantalones cortos; ahora, los viejos tienen pintados sweaters de viejos, hay romanos que tienen las botas y las togas de los romanos y que no se pueden sacar.
¿Por qué pasa esto, por qué este cambio? Uno podría suponer que los Playmobiles se enfrentaron a otro tipo de juguetes, a una generación justificada en imágenes de precisión, en el hiperdetalle de las cosas; frente a esto, ese mero sujeto abstracto sin determinaciónes previas, sin la vida arreglada desde el principio, parecía demasiado tonto, demasiado simple. En realidad, yo diría que lo que parece es que los ejecutivos de la industria de los juguetes suponen una menor creatividad en los niños: no hay que darles una tabula rasa, sino una tabula completa con todos los detalles y en donde se vea bien grande el logo de Coca-Cola, no los dejemos pensar en que pueden cambiar su vida, no dejemos que nos compliquen las estadísticas con el abandono de sus posiciones sociales y tradicionales. No dejemos que le saquen la corona al rey, que le cambien la barba al sheriff; ni siquiera los dejemos jugar con la idea de la revolución.
14 comentarios:
en todo caso creo que es una suposición fundada en una incorrecta ponderación de la imaginación de los niños (y de las acciones concretas que aquella provoca en el mundo)
Mr Playmobil, no creo que los ejecutivos de la industria de los juguetes quieran darle a los niños tabulas completas, lo que quieren es vender. El problema no es la imaginación infantil ni el cambio social. Es comercio.
Antes 1 playmobil sheriff sin el sombrero podia ser un ladron, un carpintero, un astronauta, o cualquier cosa que el niño desee.
Ahora para esos 4 roles necesita 4 playmobiles.
Puro capitalismo. Sin cambio de posiciones sociales. Todo se compra a nuevo. Todo es economia de mercado.
Creo que lo irreparable se esconde en esa mueca que nos regalan, esa media sonrisa que nos repite "todo bien.. ¿sí?... bueno, bueno... ¿eh? sí, sí, por suerte bien, gracias..."
cuti:: hace mucho que no lo veía por estos wings!!! Sí, claro: como podrá comprobar en algunos meses usted mismo (por cierto, mis felicitaciones!!!!), uno puede comprarle a un niño el regalo más caro posible pero nadie,nadie le puede asegurar que el niño no se quede jugando con la caja del juguete, despreciando el contenido.
duraznera: es verdad, es capitalismo; pero es lo mismo, es que los ejecutivos no son conscientes de la lógica que determina sus acciones. Nosotros sí, porque bueno, somos grossos.
germán: es verdad que siempre parece muy forzada la sonrisa, casi como si habitaran constantemente en un ascensor..
Quisiera volver a tener los playmobiles de antaño, esos que teníamos en el barco pirata, o la ambulancia o la granja, y regalárselos, mire.
Nunca tuve la reina.
PH déjeme discrepar con ud. Los playmóbiles, lejos de encarnar los valores de neto corte liberal, son la manifestación más siniestra del ideal de la vida administrada, la sociedad de control y los vicios del capitalismo tardío. No se deje llevar por la fingida inocencia de las caritas sonrientes. Para concretar la diversidad y la libertad de elección que ud le arroga a estos juguetitos, había que comprarse el catálogo entero. O hacer como hacía yo: invitaba, a la hora de la siesta, a todos los chicos de la cuadra a que traigan sus playmóbiles a mi casa y hacíamos ciudades interminables de plástico a la vera de los malbones del patio. Sólo ahí se podía concretar nuestra utopía: la efímera comunidad roja de playmóbiles que duraba una tarde (esto lo hacíamos muy en secreto, pues jugar aquellos juegos era peligrosísimo).
De otra forma, no había posibilidad a priori de autodeterminación en un playmóbil que venía en una caja con una canoa y una vincha con pluma. A ése, además, había que alfabetizarlo. Y mucho peor, el caso de los playmóbiles tatuados que ud describe, que nacen con un estigma definitivo. Para garantizarle la libre elección al playmóbil habría que ofrecerlo de entrada con un kit de posibilidades. Distintos accesorios, y que el tipo elija, y tenga la posibilidad de cambiar de destino cuantas veces quiera; de lo contrario, me suena a chamuyo.
¿o quizás... después de todo... el chamuyo sea lo de la libre elección, y en definitiva, cada playmóbil venga a este mundo para cumplir una única misión?
me quedo pensando PH.
saludos!
Quizás simplemente vengan así porque sea mas barato fabricar una pieza única, no?
saludos,
p. de pau,
esa explicación es meramente economicista!
(dirían en Sociales)
Cece, me imaginé que alguien me iba a tirar con tomates por esta mirada prágmatica, reduccionista, economicista o lo que sea, pero a veces es así. El capitalismo es asi: si se puede reducir costos, porque no?
saludos,
los p. son cachos de plástico.
marinetten, es que dos reinas juntas termina en regicidio.
cece: la dejo discrepar pero no obstante: 1) la libertad de elección es un chamuyo pero es el mejor que tenemos; 2) la libertad de elección requiere de un amplio abanico de oportunidades; 3) mientras menos determinado viene uno, más oportunidades de elegir tiene; 4) mientras más amigos que comparten iban a su casa, más amplias eran las oportunidades para elegir; 5) usted concretó la vinculación entre el socialismo y los playmobiles; 6) por el contrario, si cada playmobil venía con un kit de múltiples funciones, entonces usted se compraba un playmobil millonario. 7) la libertad de elección no es ser millonario. podría continuar... pero no llego nunca a la conclusión
pdepau: efectivamente pero tiene que haber una razón para que sea así!!! o si no, se me cae el blog!!!
cuti: insensible!!!
Si hay algo que me gusta de ud es su sinceridad, estimado PH.
buen día,
Excelente analogía y muy didáctica la del playmobil como ideal del sujeto liberal. Incluso con las limitaciones que reconoce como el género y a la cual se podría agregar la raza (playmobil blanco puede pasar por latino, pero hasta ahí), la edad (playmobil niño no puede ser grande). Rawls sonrie en el cielo, mientras juega con su playmobil filósofo.
Abrazo grande.
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