Caja negra, densidad Bisama
Álvaro Bisama es un amigo; leerlo es escucharse pero sin el miedo a la crueldad en la narrativa. Un pendejo de unos treinta y pico de años que marca tendencia sobre qué leer en esta columna y con su primer novela Caja Negra. Una caja negra es la grabación indestructible de lo que ocurre en la cabina del avión y es lo único que puede recuperarse con vida de un avión estrellado; esa caja negra no contiene todas las historias de los pasajeros sino únicamente las instrucciones técnicas del avión y que pueden servir para reconstruir los últimos momentos con vida de los pilotos. Si el avión no se estrella, la caja negra no es importante: el avión llega, los pasajeros se bajan, se suben los otros y la caja negra se pone de nuevo a cero, como si no cumpliera otra función más que ser el testigo de una tragedia que aún no ocurrió. Más que la idea de contener un registro de las acciones, un registro de las historias, Caja Negra - la única novela de Bisama (creo, ya nuestro corresponsal y amigo nos confirmará) – contiene esa atmósfera de destrucción, de desastre aéreo, de la certeza de los últimos minutos o segundos con vida. Las múltiples historias que contiene la novela están unidas en ese mismo clima de profesores nazis, de los protagonistas del cine de zombies, de vampiros y del cine clase B chileno, de músicos pop perseguidos por fanáticos suyos que encuentran la justificación y las instrucciones para producir rituales satánicos, de historias sobre mundos posibles que se han acabado, de agujeros negros con sentimientos humanos (aunque ocupa una o dos líneas, la idea de un agujero negro que traga universos y mundos enteros por melancolía es tan poderosa que no puedo dejar de pensar en eso). Desde que empecé a leer en Caja Negra y en esta idea de acumular historias sobre historias sin preocuparse de construir una red dramática que las contenga o un hilo narrativo más o menos firme, no pude dejar de pensar en La vida: instrucciones de uso de Georges Perec. En algún punto, por supuesto sin las pretensiones teóricas y conceptuales de Perec en La vida, Caja Negra triunfa en donde La vida fracasa. La vida: instrucciones de uso es una novela extensísima donde se describe la vida de los habitantes de un edificio de París, y no sólo de los habitantes sino de la historia de cada uno de los objetos que puebla ese edificio que más que estar habitado por gente pareciera estar habitado por descripciones, en una especie de perfecta ciencia natural wittgensteniana- el primero. La idea del rompecabezas, de las piezas de un rompecabezas más difícil de los comunes – porque tiene piezas que perfectamente pueden caber en cualquier lugar del rompecabezas – articula, en algún punto, la novela pero, sin embargo, nunca se va más allá de la admiración de cierto virtuosismo técnico de la estrategia de Perec que, sin embargo, no logra crear una delimitación más que la meramente azarosa que crea vivir en el mismo edificio. En Caja Negra, esto no ocurre; lo que contiene a todas esas historias es una determinada tradición de historias, una tradición de ciencia ficción, de satanismo, de apelación a lo bizarro (como los zombies bolivianos que cruzan las calles de Santiago en una de las tantas películas, o el deficiente mental que actúa como zombie en las películas clase B). Esa misma tradición reniega, me da la sensación, del hilo narrativo claro, de la construcción de una historia que tiene causas y efectos para preocuparse por describir la consecuencia de algo que no importa cómo ocurrió (después de algún tiempo de leer a Dick es claro que lo que importa es otra cosa, no cómo se llega a la droga X; que no importa por qué se acabó el mundo, quien apretó el botón, lo que importa es que ocurre a ese último sobreviviente cuando atraviesa una ciudad desierta y polvorienta.) Pero esa misma negación de la trama como atracción principal del relato es lo que constituye la trama de Caja Negra; porque si hay algo que es Caja negra es no una, sino al menos veinte escenas básicas de la ciencia ficción; ¿podrían armarse veinte novelas? Probablemente sí pero los veinte detonadores de la historia, los veinte hechos fundamentalmente sci-fi perderían dramatismo, la atmósfera de tragedia aérea que contiene una caja negra que ahora buscan en el Atlántico.
(*pic from here)
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2 comentarios:
y tiene otra: 'Canciones marcianas'
de nuevo yo. y la segunda se llama "Música Marciana", no "Canciones..."
Bisama descompone, es cierto, pero no únicamente emocionalmente (una novela "tristísima"), como cuando cuenta lo del dios-delfín agónico. Sino también, y me doy cuenta ahora, como el imposible Bartlebooth de Perec. Pero donde la descripción cansa, acá es vaselina para pasar las páginas, no como ocurre con la explosión del frikerismo.
quizás debas leer la 2ª de Bisama.
Pd.: Te dejo un par de textos a propósito (y un abrazo también)
sobre 'Caja Negra': http://salgadoboza.blogspot.com/2007/03/veces-sueo-con-un-lugar-as.html
Sobre 'Música Marciana': http://www.tauzero.org/2009/03/musica-marciana-las-advertencias-como-musica/
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