
Cuatro trabajadores llegan a la playa de Bahía Chica en la Paloma; tienen el antebrazo tostado y la parte del hombro blanca, como si sacaran los brazos por la ventanilla del camión pero hasta sólo una altura.
Ponen cuatro ojotas señalando los postes y hay un equipo claramente mejor que el otro; la mejor pareja juguetea frente al arco, sabiendo que el gol es seguro. El único que no entiende lo inminente es el más grande de los cuatro jugadores, que también es el más gordo y el que menos estado físico tiene; parado frente al arco, algo que como todos sabemos está prohibido cuando el arco mide menos de un metro, se revuelca hacia izquierda y derecha, llenándose de arena y sin poder ni siquiera rozar el balón. Finalmente, cuando el gol se convierte y el gordo está sacándose arena de los ojos, el goleador dice: "Eh, pero Varela hace de golero".
A partir de allí, Varela es el centro de nuestra atención; Varela hace malos pases, se come los goles enfrente del arco o increíblemente hace rebotar la pelota en una de las ojotas. El resultado, luego de 3 minutos es 5 a 0. El compañero de Varela no se enoja; el también quisiera hacer revolcar a Varela; quizás por eso, le tira pases que son imposibles de alcanzar pero que el esforzado de Varela corre.
Toman cerveza que después entierran en la arena. Uno de ellos inaugura otro juego; patean la pelota hacia el mar y todos salen corriendo tratando de alcanzarla. Apenas empiezan a correr, Varela queda retrasado; todos se zambullen entre las escasas olas de la Bahía pero Varela intenta mover sus cortas y torpes patas en un mar que, aunque no es embravecido, lo tira una y otra vez. Varela llega a la mitad del recorrido cuando los otros ya están volviendo; cuando Varela se da vuelta y comienza a retornar, una ola que no le llega a la cintura lo hace caer de cara frente a la arena.
Cuando los tres se cansan del juego y toman cerveza en la orilla, Varela dispone la pelota para tirarla él. Uno de ellos le roba la pelota justo cuando va a patearla y todos van hacia el mar. El juego ahora consiste en el medio; tres jugadores se pasan el balón mientras uno de ellos intenta interceptarlo. Uno de los goleadores del principio se va con la pelota lejos de los otros dos y Varela, quien obviamente era el medio, lo persigue lentamente por toda la extensión del mar contenido en la bahía; en algún momento, el goleador deja la pelota flotando y Varela se entusiasma. Sin embargo, cuando está a punto de alcanzarla, tropieza y el goleador grita "Miren a Varela".
De nuevo, están los cuatro en la orilla; toman la otra cerveza enterrada. Varela está tirado con la cara hacia el sol. Su ex compañero de fútbol y uno de los goleadores lo toman de las piernas y de los brazos y lo arrojan al mar. Pasan diez segundos en los que todos nos reímos de Varela; las risas comienzan a detenerse a los quince segundos. Pero a los veinte, cuando empiezan a correr a buscar el cádaver de Varela, su cabeza gigantesca aparece entre el mar quieto de Bahía Grande y Varela sigue con una sonrisa en su cara.
Varela piensa que tiene amigos que lo defienden; piensan que cuando lo hacen acostar con un travesti en un cabaret de Rocha, es porque lo quieren, porque lo hacen sentir parte de una broma que sólo él entiende por que es del grupo.
Los tres amigos de Varela se nos acercan y nos piden que les saquemos una foto. Lo hacemos dos veces por que en la primera de ellas, Varela se había dado vuelta porque uno de ellos le había tocado el culo. Mientras se van de la playa, uno de ellos, el dueño de la pelota, se retrasa lo suficiente como para imaginarse que es Obdulio Varela y shotear un tiro libre perfecto que da de pleno en la nuca de Varela y lo hace tragar aún más arena.
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