type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: enero 2008

16.1.08

Objetos Maravillosos o decorando un buzón para su venta


Cuando en una de las cenas Afiebradas, Pailos me dio mi ejemplar autografiado de Objetos Maravillosas de Incardona, Zedi Cioso me dijo: “Está bien, son posts”; dije “ehhhhhhhhhhhhh”. pensando que el espíritu crítico de Cioso había ido bastante lejos; “pero es descriptivo, son los posts de su blog”. “Ahhhhh”
¿Cómo te dás cuenta que son posts y no son cuentos? Bueno, primero porque ya los leíste; después porque tienen la fecha, algo que necesariamente hace pensar en un diario.
Pero lo que distingue a Objetos Maravillosos del registro de un diario es que el narrador prácticamente está ausente, o mejor dicho, dá la impresión de querer estar ausente.
Cuando el vendedor vende un anillo o un aro, vende una historia, algo que no se relaciona inmediatamente con el objeto; vende “Eleva tu glamour hasta las nubes”, “Brillitos embriagadores”, no vende anillos o no vende aros. En cada uno de sus objetos, Incadona hace notar la plusvalía, ese resto que no se vería ni siquiera si su objeto se rompiera con un martillo. Y esa plusvalía se parece a un mínimo relato, a una mínima muestra de literatura.
Así, lo que va pasando a través de Objetos Maravillosos, un libro que debería leerse en cualquier imagen que para uno represente el mito urbano, son mínimos esbozos de personajes, de anécdotas que Incardona cuenta y con las cuales parecería tener una relación de apropiación póstuma y no de experiencia presente. Melancolía de Villa Celina, melancolía de la banda del barrio, melancolía que estalla cuando Incardona le cuenta a un amigo de la infancia los cuentos que lo tienen como protagonista central.
Los objetos maravillosos no son sólo los anillos y los aros, también son esos posts, porque el mecanismo pareciera ser el mismo; tomar un objeto, el metal o el papel, deformarlo hasta darle forma, antropomorfizarlo y dejar que el objeto esconda al autor. Vender el propio yo pero disfrazado de cosa, de otra cosa. Ahí, es donde empezás a darte cuenta de que capaz te hicieron leer cuentos cortos.
Como siempre, los vendedores hacen que los árabes compren arena.
(*)picture from here

6.1.08

La peor escena de Adrián Caetano


Crónica de una fuga es una gran película pero por una de las tantas razones por las cuales las películas argentinas mainstream son lamentables; Caetano toma la decisión de hacer una película de terror en un campo de detención de la dictadura. En vez de buscar este objetivo con un guión de género, lo hace en la dirección: las tomas de la casa de noche, una mansión iluminada, el empapelado de las habitaciones, la música, la iluminación de las habitaciones, etc.
A pesar de que eso termina siendo lo realmente interesante de la película (cómo darle el contenido a una forma típica, la de película de terror), Crónica de una fuga tiene en su comienzo una escena que es atípica en Caetano, siempre menos preocupado por las cuestiones morales que por las cuestiones narrativas. Antes de que lo chupen, el personaje de Rodrigo de la Serna, Tamburini, viaja en colectivo luego de su partido con Almagro; sube una embarazada y él le cede el asiento.
¿Por qué? ¿Para qué? Tener un gesto de cortesía es suficiente para mostrar que alguien es bueno, que alguien es un perejil, y que no debería ser torturado por el Estado?¿Los militares no tenían modales y por eso eran malos? Por supuesto, no quiero creer que Caetano haya pensado en alguna de estas opciones pero la escena está ahí; y esto podría significar que uno de los temas que las películas sobre la dictadura no han podido tratar es cuál es la moral de los desaparecidos; los torturados, especialmente cuando no tienen otra opción más que soportar las torturas o morir, son por definición víctimas y por lo tanto no son responsables de sus actos, si es que pueden realizar alguno. Darle el asiento a la embarazada contribuye a esta repetición del carácter del protagonista de la película de la dictadura, contribuye a mostrar el puro bueno y el puro malo.
¿Qué significa eso de la moral de los desaparecidos? Por supuesto, no significa que ellos sean responsables, no significa que ellos sean culpables; pero sí significa que podrían tener una dimensión más profunda en el conflicto entre delatar y no delatar, entre cooperar y no cooperar, entre su condición de militante y su condición de ser humano, etc.
(*) picture from here