¿De quién es el agua?
Las Uvas de la Ira trata acerca de la historia de una familia de granjeros sureños del Este que debido a un fenómeno climático que se llamó Dust Bowl y que destruyó la posibilidad de cultivar, deben malvender todo e ir a California en busca de trabajo. Durante ese viaje iniciático, lo que les ocurre a los Joad son básicamente las consecuencias de la Gran Depresión posterior al 30 y del surgimiento del capitalismo más salvaje: vayan donde vayan no hay trabajo, o si lo hay, está pésimamente pagado, o los tratan como unos inmigrantes sucios y brutos. Las rutas del sur se llenan de camiones destartalados llevando familias numerosas y enteras, polvorientas y desarraigadas no sólo de su tierra sino de su cultura.
La adaptación de Ford es bastante fiel al texto, aunque, por supuesto, trata de limpiar algunas manchas de comunismo que impregnan el texto. A veces, Ford lo logra sacando líneas de diálogo, alterando el orden de las escenas del libro y a veces, agregando una escena bastante particular.
Los protagonistas, la familia Joad, llegan a una utopía steinbeckeana en el medio de la ruta y es en el único lugar donde la pobreza, la miseria y la propiedad privada defendida con fusiles no entran; el lugar de la utopía es el Campamento del Gobierno (Keen Ranch)– el presidente en ese momento era Roosevelt, probablemente, el liberal igualitario que da esperanzas frente a todo el resto de los liberales. El campamento representa la vieja utopía de la democracia republicana a pequeña escala: hay pequeños comités locales que deciden cómo se llevan a cabo las cosas en las partes del campamento, hay ciertas propiedades que son de uso colectivo, hay trabajo comunitario para pagar la estadía, la policía no puede ingresar, etc.
La escena en cuestión y que, obviamente, no está en el libro de Steinbeck, es la siguiente: el recién llegado Tom Joad camina por el campamento; hay una mujer que se acerca a un grifo de agua que tiene un cartel que dice “Apague el agua. Ayude a mantener el campamento limpio”. Luego de llenar el balde, la mujer sale caminando sin siquiera intentar cerrar la canilla. Tom Joad se acerca despacio, mira sorprendido el agua potable y corriendo – acaban de cruzar el desierto - se enjuaga la cara, la nuca y la cierra.
Si hay algo que está por detrás de la propiedad es la idea de que si algo no es de uno, uno no lo cuida o, por lo menos, no hay nadie a quien responsabilizar por una falla o un accidente; un poco más, es que la propiedad privada es la única que conduce a una administración eficiente de los recursos o que la propiedad colectiva es la forma más ineficiente de propiedad.
El que una mujer deje correr el agua sin ninguna preocupación posterior es lo que pasa cuando la propiedad privada no existe; el que el joven Tom Joad la cierre no quiere decir más que aún no ha entendido el hábito del desperdicio que involucra la propiedad colectiva; sin embargo, dice Ford, llegará ese momento si los malditos burócratas de Washington continúna siendo rojos. Y así deben haber nacido las listas negras.
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