type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: abril 2008

27.4.08

descripción de un vestuario


En un vestuario de hombres la gente se desnuda. Y se desnudan, más tarde, más temprano, menos oculto, más oculto, todos.

Algunos creen que entrar en un vestuario es casi equivalente a entrar a una playa nudista; creen que por que están en un vestuario, pueden sentarse con sus culos desnudos y discutir sobre economía o sobre fútbol o contarle a un oscuro oyente su historia como casi campeón de basket. Estos algunos caminan de la ducha hasta el lugar donde guardan los bolsos y compran Gatorade en pelotas y después se sientan y siguen en pelotas y, al final, lamentan tener que irse y vestirse.

Uno podría pensar que son los jóvenes, los que todavía no sufren el lógico deterioro físico, los que estarían más orgullosos de mostrar su progresión en la adquisición de masa muscular; sin embargo, aquí no. La ironía maneja toda la vida y que el lugar donde haya más viejos desnudos se llame El ateneo de la Juventud lo demuestra cabalmente.

Los que todavía tienen pelos, ahora están cubiertos de nieve blanca en las pelotas; los que ya carecen totalmente de pelos, creen que sus partes han crecido. Como si fuera un adelanto de lo que tarde o temprano les llegará, la ancianidad y la muy posible senilidad, los casi ancianos muestran sus cansados y canosos miembros como quien pone una antigüedad china en el centro de la mesa. Para que todos lo vean y todos sepan que lo compró, que sepan que hubo un acto anterior que lo hizo distinto a la vulgaridad del resto del gimnasio. Para que sepan que en el pasado algo mejor pasó.

Es difícil no comparar en un vestuario de un gimnasio donde todos en algún momento terminan mostrando el tamaño que portan. Los que buscan los rincones para no pasar una hipotética vergüenza, más relacionada con el vestuario de los 11 años que con la realidad, los que buscan los espejos para duplicarse y enamorarse, los que buscan los espejos para mirar sin ser percibidos, los que quisieran poner un cartel luminoso cerca de su miembro, los que quisieran poner un cartel indicador cerca de su pene.
(*) foto de acá

19.4.08

el bafici que no merece ni siquiera un post


Todos los años me vuelven a generar el mismo nivel de asco los empleaditos del Hoyts con sus chombitas grisecitas. Todos los añso pienso que tengo que matar a alguien que tenga una credencial auqnue la foto esté demasiado pixelada. Este año no fue como los otros porque, todavía, no ví ninguna película realmente mala o realmente aburrida y hasta esta altura no creo que eso pase. ¿Me convertí en alguien más sagaz a la hora de elegir las películas o en un tipo con más suerte? En la ciudad de Sylvia de Guerín, pasa algo bastante típico de las películas aclamadas por el palo del BAFICI, según me lo definía ayer, un viejo oloroso y con las uñas largas que tenía la credencial roja, y que no sé transformó en mi primer víctima porque, bueno, no se me había ocurrido que nadie lo iba a reclamar como vivo. Un hombre pone una cámara en un lugar, después enfoca ese mismo sitio desde ese otro lugar, después desde otro y así hasta que pasan 20 minutos de ver la misma situación (que, por cierto, no es la muerte de un crítico de cine sino cómo alguien toma un café en Estrasburgo, lo cual, lamento decirlo, no es tan distinto a cómo se hace en, pongamos, Cali.) Después de eso, el hombre persigue a una mujer que toma por una ex mujer suya de hace 8 años y sólo después de 40 minutos se anima a saludarla; ella le dice que no es quien piensa y ahí se termina. Si vos ponés una cámara en una calle típicamente europea y la gente pasa por ella, camina, etc. tenés un clima parecido al de Antes del Amanecer pero sin que Ethan Hawke conozca a Julie Delpy. En el medio del mal humor que te produce que te saquen una muela y que Buenos Aires haya sido tomado por una nube olorosa, te sentás a ver Cochochi y después de un rato pensás que es una película oriental pero sin orientales - razón por la cual podés distinguir a los personajes - pero que sin embargo, es aburrida. Después, empezás a pensar qué vas a comer, qué vas a ver después y si mañana vas a ir a entrenar a la pileta. La película va terminando, el viejo de al lado sigue oliendo y yo tengo muchísimas más ganas de comer que de matarlo; por suerte, la película termina bastante mejor de lo que empieza aunque uno puede intuir bastante antes cómo va a terminar.

18.4.08

Luz silenciosa de Reygadas


Stellet Licht de Reygadas casi vino como la contracara de La Rabia; de hecho, mi BAFICI parecía convertido en el Festival de “El campo y el sexo”. Stellet Licht ocurre en una comunidad menonita en el norte de México en el cual un hombre mantiene una relación extramatrimonial y su mujer está enterada por él mismo de la situación.

Si La Rabia se inicia con un cartel que dice “Todos los animales usados vivieron de acuerdo con su hábitat” y luego se pasa a la muerte de varios de ellos, Stellet Licht se detiene en cada escena a mostrar el conflicto moral. En Stellet Licht nadie puede matar una vaca o un cerdo – a pesar de que uno supone que lo hacen – porque toda acción involucra una decisión moral absolutamente fuerte y cargada.

El protagonista, el marido en cuestión, mantiene su relación extramatrimonial pero al costo de tener que levantarse todos los días y darse cuenta de que algo funciona mal en su sistema de valores y reglas. No es que esto haga algo malo en la película pero sí la carga de un clima de solemnidad que pocas veces ví excepto en alguna noche dedicada a Tarkovsky y el alcohol barato.

La elección de la comunidad menonita carga aún más las tintas sobre la densidad de la moralidad; es claro que en el mundo normal, o llamesmolo mundo occidental moderno, que un hombre tenga un affaire involucra una serie de mentiras, secretos y bipolaridad moral; en un sistema de reglas y valores tan estricto y exigente como el menonita, donde a cada momento corremos el riesgo de violar algún precepto mandado por dios a último momento, escapar al pecado se convierte en la acción de todos los días sin por eso convertirse en cotidiana.

Precisamente por la solemnidad de la película, Stellet Licht está siempre en la frontera de una gran película o de algo particularmente rídiculo y paródico, lo cual parece confirmado en la última escena de resurrección que parece no sorprender demasiado a ninguno de los asistentes al funeral del posterior resucitado; quizás porque la religión siempre esté en esa frontera del cuento de niños y de lo trascendente.

17.4.08

un poco de realismo


Cuando uno sale a la calle y ve el humo en Buenos Aires y cuando uno prende Crónica que titula "El humo avanza sobre Buenos Aires" uno no puede dejar de anticipar el momento en el cual los gobernantes mundiales confiesen que no habían previsto las consecuencias del fenómeno climático en cuestión y que ahora hay que unirse para repeler la invasión del espacio.

13.4.08

bafici I: La Rabia

Antes de que perdiera otra vez el celular y que mi fin de semana se convirtiera en la lucha por encontrar lugares que me digan en qué hora anda el mundo, se había inaugurado el Bafici 08 para mis entradas.

Accidentadísima fue mi entrada a La Rabia de Albertina Carri: primero porque me pasé con el colectivo; después porque casi me torteo con un viejo que me robó un taxi y finalmente porque me tuve que sentar excesivamente adelante.

La Rabia es, entre otras cosas, una película de terror; probablemente, una de las mejores películas de terror hechas en Argentina. En la primer escena una niña de unos siete años aparece con ojos de maldad en el medio de un sembradío; mira a la cámara y todos suponemos que algo malo va a pasar. Bueno, pasa.

Nati, la niña, además de ser capaz de mirar de esa manera tan inquietante como amenazadora, es muda y tiene la costumbre de sacarse la ropa constantemente; también dibuja los monstruos con los cuales su padre la amenaza y las distintas imágenes que quisiera comunicar de otra forma, por ejemplo, que su madre se acuesta con el vecino.

Quizás uno pueda pensar en algo ligeramente parecido al Resplandor de Kubric; allí, lo que termina siendo filmado es la mente del escritor y sus proyecciones; acá, la realidad sigue sosteniéndose de una manera cruda y brutal pero está atravesada por animaciones rápidas y ambiguas de los dibujos que toman vida, y por una serie de gritos tan guturales como primitivos que uno supone que llenan los huecos que deja el silencio de Nati.

Cuando la película se estrene comercialmente, Clarín volverá a hablar de la provocación en el cine de Carri, lo cual, a pesar del lugar común, no deja de ser verdad. Quizás lo que hace interesante a la película es que todas las escenas realmente complicadas (la muerte de un chancho, de una comadreja, ciertas situaciones que la niña ve, etc., poner en la escena de la carneada del chancho un buzo que diga Save the Pandas) no son gratuitas ni son morbosas; todas colaboran a la idea de un terror muy básico, muy freudiano y muy escondido; un terror que también está citado con una larga escena con una motosierra, con distintos planos de la luna llena en el medio de la oscuridad del campo.

Nota muy aparte: En La Rabia actúa Dalma Maradona. Y si bien ella no tiene ni una línea de diálogo, su actuación es medida y adecuada. Pero claro, cuando la gente está con alguien que se llama Maradona siente que tiene que gritar Maradó-Maradó. Es raro que Albertina haya caído en la tentación de poner en la pulpería del pueblo, de la cual viene el nombre de la película, un banderín de Boca. Es más raro porque uno supone a Dalma diciendo que si ponían el escudo de cualquier otro equipo ella no actuaba.

11.4.08

pre-bafici


Se suben dos mujeres al subte; una tiene dieciseis años y la otra cuarenta. La de dieciseis tuvo hace poco tiempo marcadores de colores; con ellos se dibujó en la mano una bandera con muchos colores como el naranja, el verde, el amarillo y el violeta; abajo de ella, escribió con una lapicera gay. la de cuarenta hasta hace poco no tenía canas pero ahora las tiene y no las disimula.
No son madre e hija.
La de 40 se le acerca, le dice cosas en el oído, demasiado cercanas del lóbulo. A veces le aprieta el brazo hasta que los dedos quedan marcados en el blanco de la piel de la de 16. La de 16 la mira con indiferencia y no responde a ningún gesto.
La de 40 imagina que va a poder disfrutar de un cuerpo joven después de tanto tiempo cuando lleguen a la estación Scalabrini Ortiz; la de 16 imagina que va a poder subir fotos a su fotolog. La de 40 quiere que se la cojan. La de 16 quiere poder.

2.4.08

Irreversible


Llegar a la página 20 de un libro de Stephen King es como haber aceptado el segundo caramelo de un desconocido.



(*) from this friend fotolog

1.4.08

Rancho aparte: hablemos de otra cosa


Rancho aparte empezó al menos cinco minutos antes de lo previsto, imagino que por qué era la última función del domingo y nadie quería seguir trabajando en el Lorca; entré y como la pantalla estaba en un negro absoluto, la sala también. Reconozcamos que mi primer reacción fue “me tendría que ir de acá”; las posibilidades de la filmación de una película de terror o de la primera vez que un ladrón piensa ¿por qué no entro a robar en el Lorca? parecían bastante fuertes.

No, me quedé, prendí el celular (al pedo porque con la luz del celular enfocando el suelo apenas veía el comienzo de mi cintura) y me arrojé en lo que supuse era el primer asiento disponible que, efectivamente estaba disponible; más o menos a los tres minutos de estar sentado, la escena en la pantalla deja de ser protagonizada por la noche y cuando sale el sol, descubro que hay dos personas en el cine, incluyéndome.

Si yo fuera un tipo diferente al que soy, esa persona tendría que haber sido una mina con la cual después de terminada la película o en el medio, nos habríamos reído y habríamos empezado a gritar entre las voces de los actores. Pero era un hombre y trepó sus pies a la butaca de adelante. Estábamos a siete asientos de distancia; yo me saqué las zapatillas, las medias y creo que hasta me rasqué entre los dedos.

Rancho Aparte es una obra de teatro o la idea de una obra de teatro pensada por Julio Chávez y es bastante rara la decisión de haberla traducido a una película porque la trama ocurre prácticamente siempre en un único ambiente, el cual ni siquiera da la sensación de encierro. La historia en sí es la clásica oposición entre campo y ciudad, entre el que viene del campo a la ciudad y no entiende al campo y el que viene del campo a la ciudad, se queda y lo entiende y ya no quiere entender más al campo. La comunicación es imposible y Flehner se regodea en esa imposibilidad, creando situaciones que a veces son absurdas cuando quieren ser cómicas y a veces son angustiantes cuando quieren ser pintorescas.

Salí del cine, de nuevo a oscuras, y mientras la Avenida Corrientes se inundaba de ese clima postnuclear tan característico de las horas de la madrugada, pensé que mi novia debería ser cómo Grace Kelly en Rear Window.