La penúltima verdad, la tuerca que gira sobre su propio eje
A diferencia de Underground, donde sólo uno se beneficia del engaño, La penúltima verdad distingue a los seres humanos en dos grupos extensos: por un lado, los que viven en la faz de la tierra, convertidos en terratenientes ayudados por robots inteligentes y con noción de la experiencia pasada; por el otro, los que viven bajo la tierra, amontonados en túneles y ocupados en construir armas y robots para una guerra que ya terminó hace tiempo.
Una de las cosas mejor logradas por Dick es construir una especie de definición de qué significa hacer una vuelta de tuerca en la narración; la cosa parecería consistir, a diferencia de otras formas de definirla, no en ocultar información, sino en mostrarla desde el principio y luego comenzar a explicarla de a poco. Cada paso de la explicación supone una nueva forma de entender la realidad. A diferencia de los policiales más clásicos, donde de alguna forma, todo termina cerrando, Dick es Dick y la promesa de incertidumbre se mantiene siempre, lo que deja de ser un problema o una falencia y se convierte en casi un dogma: que la realidad, en última instancia, es inexplicable.
Ponele:
Aparece un robot, suelta un mechón de pelos, una prolija gota de sangre, dispara un dardo hacia una persona, y cuando se ve cercado por un ejército de robots, se convierte en un televisor pesado, casi imposible de abrir. Llega el detective y no encuentra rastros del asesino; luego, se da cuenta del peso excesivo del televisor; se da cuenta que es una Gestal-macher, una máquina de matar construida por la Alemania Federal y que, obviamente, tiene que ser programada por alguien. ¿Quién la programó? Seguramente no aquel a quien pertenezcan los pelos, la sangre, etc.; pero claro, qué mejor coartada que esa, qué mejor que dejar la tarjeta de Stanton Brose, asesino profesional, en el lugar del crimen? Doble trampa. Pero sin embargo, qué mejor método para convencer a una persona de colaborar con un proyecto que hacerle creer que su mejor amigo fue asesinado por su jefe, Stanton Brose? Pero entonces, quién mató a ese hombre no fue Brose, sino que fue…¿y después de todo, qué importa?