type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: enero 2010

20.1.10

La Tigra, Chaco



La Tigra es, además de todas las cosas que es, un western de la espera, quizás en el mismo sentido de The Gunfighter, en la cual Johnny Ringo, un pistolero con una fama que sobrepasa las fronteras de los estados y perfora en las imaginaciones de quienes quieren matarlo sólo por ser los que mataron a Johnny Ringo, vuelve a su pueblo original a ver durante algunas horas y disfrazado como un hombre común a su hijo y su mujer. Johnny Ringo espera y espera en la cantina porque la película no es tanto sobre su familia sino sobre lo que ocurre en ese tiempo donde espera a su familia.

En La Tigra todo esto está matizado por todo el cine que pasó desde los 50 de Henry King y de Ford pero en la multitud de planos de horizonte, de un horizonte llano y con escasas líneas verticales, en una cámara que pocas veces opta por la cámara en mano o la cámara vertiginosa y se queda con una cámara fija, uno puede reconocer cierto aire de familia con los westerns.

El protagonista de La Tigra vuelve a su pueblo con una excusa, que es como la bomba que debían desactivar en las películas de Hitchcock; lo que va a importar es cómo el protagonista comienza, de una manera tierna y natural, a apropiarse de sus recuerdos y a modificar la monotonía estancada del pueblo chaqueño y no precisamente porque haga algo sino por su sólo presencia, por la presencia de su espera.

En ese sentido, La Tigra es absolutamente natural: el protagonista sólo espera y lo que van modificándose son los otros, lo que se “altera” es el pueblo y no tanto él, que parece tener las herramientas necesarias para que esa espera no se haga ni tortuosa ni desesperante ni beckettiana. A diferencia de Ana y los otros, en la cual uno también tiene que pensar – la historia de alguien que vuelve al pueblo de interior (¿lo qué importa es que el pueblo sea del interior?¿tan porteño es todo? Después de todo, casi todas las películas son de “chica llega a pueblo” o “chico vuelve a pueblo” - , el protagonista no vive su espera ni con la imposibilidad de comunicarse ni con la desesperación del aburrimiento ni con lo absurdo del sin sentido, sino viviendo esa espera de manera activa. La espera en Ana y los otros es caprichosa, es llevada al extremo por la misma protagonista y es vivida como el sin sentido, en particular, es vivida así por el espectador.

Esa espera activa es extremada en The Gunfighter porque todos quieren ver, tocar a Johnny Ringo como la celebridad del oeste que es y otros quieren probarlo, testearlo y eventualmente, cargar con el muerto, una actividad altamente popular en los Estados Unidos de esa época. Por supuesto, La Tigra no tiene ni esa identidad ni esa crudeza. Pero donde la protagonista de Ana pasaría su temporada sentada en una silla siempre demasiado a punto de romperse, el de La Tigra atraviesa todo el pueblo – una de las mejores escenas, creo – para arreglar esa misma silla.