type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: junio 2008

18.6.08

131-92

En otro orden de cosas, el amigo Pailos y el amigo Zen Nacho, hacen esto de acá abajo (no lo de arriba porque si no tendrían que medir cincuenta centímetros más)
Este jueves 19 de Junio, a las 21hs, con entrada libre, en Casa Brandon (Luis María Drago 236)

14.6.08


Preguntenme cuántas veces voy a ir a ver Aniceto, la nueva película de Favio, el mal imitador de Raging Bull.

6.6.08

mientras seguimos esperando

El exilio de las especies tiene la misma estructura que Otro día en el Planeta Tierra; las canciones caramalescas – un poco más Los Rodríguez esta vez - , los rockanroles, el hiphopeado de un Pity delirando, el mensaje inconexo de justificación del proyecto espacial – esta vez un poco más Sumo -, el blues, el reggae colgado y la canción cualquiera – esta vez el himno militaroide a Roberto Gómez Bolaño.

Lejos el mejor tema es Mayonesa, un tema con una especie de base marchosa bastante simple y un poco parecida a Adicta. El Pity encuentra un tarro de mayonesa y empieza a comerlo; con el tiempo se da cuenta que esa mayonesa es el tiempo que le queda de vida.

Desde hace dos días tengo el nuevo disco de Los Intoxicados y ya van dos personas que me preguntan cómo es que escucho a Intoxicados; decir que el Pity es un limado es casi tautológico. Siempre pensé que lo importante era darse cuenta de por qué, a pesar de eso, hacía grandes discos de canciones de rock.

La carrera de Intoxicados es casi una especie de prólogo a la muerte rockera del Pity; todos esperamos que muera dentro de relativamente poco y entonces empiecen a surgir las anécdotas de “yo ví aquel recital que desde ahora llamaremos mítico”, las futuras procesiones al cementerio de Flores, y quien sabe, la estampita que venderán de San Pity en las estaciones de tren.

Mientras eso no ocurra, el Pity seguirá dividido entre el limado que aparece en la televisión y en los recitales y el tipo que, por ejemplo, ahora está escribiendo una novela de ciencia ficción y que hace estos discos que sólo se entienden desde la experiencia del viaje; el que viaja interpreta mal lo que tiene frente a si, porque ello es nuevo, y añora lo que dejó, porque ya es viejo y alejado.

La diferencia con cualquier otro relato de viajes es que Intoxicados parece no entender nunca absolutamente nada; el mundo real, los significados de cualquier cosa son vistos como algo completamente extraño y pasible de cualquier interpretación menos la cotidiana. Uno puede pensar en la experiencia de ver al Chavo del 8 con el Pity en su departamento de Lugano; el Chavo se mete en su barril y nosotros esperamos que algo ocurra; el Pity, por el contrario, no espera eso sino que apaga la televisión y empieza a buscar al Chavo en su inodoro, creyendo que existe una secretísima cañería entre el barril de la vecindad y su departamento; como no lo encuentra, cree que ha caído en un pozo negro temporal pegoteado de mayonesa; cuando el Pity le pone mayonesa al pancho, mastica despacio, no vaya a ser que se trague al Chavo o a Roberto Gómez Bolaño.

(*)foto de acá

3.6.08

Massacre y la repetición


La primera vez que fui a Obras fue en el 93, a ver The Ramones. Había tenido una larga conjuntivitis y en teoría tenía que usar unos anteojos culo de botella que claramente no usaba y que me hacían perder buena parte del mundo real. Ese día también tocó Massacre, una banda altamente desconocida excepto por un tema que había empezado a sonar en algún lado, Plan B.

Cuando este sábado le dije a Pailos que yo ya había visto a Massacre y a los Ramones, sentí que en algún punto, mi pasado de heavy metal y de punk, pero más que nada de trash metal, podía tener alguna consecuencia en mi vida actual, algo que me parece imposible desde el día en que dejé todos los casettes de Pantera y de Megadeth en la casa de mi madre, aquel lugar en el cual me parece imposible haber vivido en algún momento.

El recital de Massacre del sábado fue bueno por varias razones: porque el Mamut es realmente un gran disco; porque Diferentes Maneras también es un gran disco; porque siempre es sugestivo que al cantante de una banda le griten tantas veces gordo puto como a Walas y porque el Tordo es un gran violero; pero también, o principalmente, porque Obras ya no es la trampa mortal que era y eso te permite estar excesivamente adelante sin sentir la certeza epistémica de que el aire es completamente insuficiente, de que ese muchacho con ese cinturón de cuero no está haciendo otra cosa más que apoyarte y de que un pogo puede convertirse en la alfombra sobre la cual quede tu cuerpo.

Esto último no lo entienden los viejos fanáticos de los lugares pequeños y de la idea de barra brava de la banda, tan bien ejemplificada por el gordo petiso en cueros que le señalé a Fede como el organizador de los pogos y de los largos pasillos donde la gente con un poco más de juventud y con un poco menos de apatía por el mundo juega a que están en un recital de Los Pistols en el 74. El gordo, a pesar de todo se escondía de las cámaras, como me mencionaron después; después de todo, aquellos que son artífices no quieren ser protagonistas, pensará mientras se pone la remera, se toma el colectivo rumbo a Castelar y cuenta los días que faltan hasta el próximo recital de Massacre donde otra vez será el artífice anónimo del pogo.

Los fanáticos viejos, no ya de lugares pequeños, sino los fanáticos que son viejos y miran todo desde la orilla del pogo, es decir los fanáticos como uno, nos reconocemos porque todos usamos barba y tenemos ropa de la Bond Street. ¿Qué sería de los Clash sin Buenos Aires? Se pregunta Wallas y uno quiere preguntarse ¿qué sería de Massacre sin la Bond Street? en una especie de analogía perfecta.
(*) picture from here