type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: octubre 2007

31.10.07

Otra teoría de la propiedad



Hoy en día el mundo del blog me es ajeno. Hoy en día el mundo del sexo me es ajeno; a veces pienso que estaría bueno tener sexo pero despues agradezco no tener que abrazar a nadie. Hoy en día el mundo del cine me es ajeno. Alquilar una película queda a cuatro cuadras; bajarme un nuevo episodio de Curb your Enthusiasm cuesta menos de un día de espera. Hoy en día el mundo de la transferencia en terapia me es tan ajeno que a veces hasta mi psicóloga me felicita por lo poco que me cuesta decir lo que pienso. Hoy en día el mundo de mi familia me es insoportable; desde que enterramos a mi abuelo en el mismo lugar en el que once años antes enterramos a mi padre me dí cuenta que mi familia es la promesa de muchas más visitas al cementerio. Hoy en día, mi wok, mis libros de Saer y de Philip Roth, mi ducha matinal, mis libros de filosofía política, mis hojas que representan una beca a Inglaterra en el futuro y tres hojas pegadas en las paredes con lo que quiero escribir de Gladys, Volvé son más que nada lo único que no me es ajeno.
Un día de estos, un día que no sea hoy, me va a agarrar envidia y voy a dar vuelta el sistema de propiedad de mi vida. Y probablemente lo haga escuchando el último de Café Tacuba.

17.10.07

Nuestro viejo amigo Larry David


Después de descubrir y atorarse durante dos semanas con Curb Your Enthusiasm, la vida no puede ser igual. Uno no puede dejar de preguntarse por qué el jefe con el cual uno se peleó una semana atrás, pide un agua en un restaurant y les sirve a todos menos a vos. O por qué es tan burocráticamente aburrido comprar merca en un lugar donde todos compran merca. O por qué cuando vas caminando por la calle tranquilamente, tres mujeres te gritan que por favor mates a una cucaracha.


(*) picture from here

8.10.07

Andate, Gladys, dejame de romper las bolas


Escribí esto. Posta que sigo un toque asustado.


- 9. The girl aka Geena Peres –

La primer película de The girl aka Geena Peres se había rodado en 1993. En los créditos finales no aparecía este seudónimo de seudónimos, que no sólo sería conocido en el ambiente del género raping, sino que además iba a ser el primero de su especie en ser buscado y reclamado por los fanáticos. De hecho, esta primer película, Serial Abuser VI, se reeditaría varios años más tarde con un nuevo storyline, totalmente impensado años atrás: ¡¡¡The girl aka Geena Peres violada por primera vez!!!
El nombre bajo el cuál se había ocultado Geena Peres era más bien su función en la película: The Victim. Si uno comparaba con alguna de sus películas más recientes, difícilmente podía reconocer alguna similitud entre las dos imágenes; en aquella, usaba una peluca rubia, sus ojos, o más bien, sus lentes de contacto, eran marrones, y los rulos caían permanente sobre su cara y sobre el pene del atacante. Era claro que Geena Peres, como la mayor parte de las actrices de este género y de otros más respetados, aún tenía esperanzas de una oportunidad en lo que llamaban vagamente el negocio del entretenimiento que incluía absolutamente cualquier cosa excepto la penetración explícita. Ellas sabían la diferencia entre un consumidor de pornografía triple X y un periodista; sabían que el primero las reconocería cuando entraran en el negocio limpio pero que, por alguna especie de lealtad implícita pero pura, jamás lo dirían, mientras que los segundos primero llamarían a su banco para conocer el estado de sus cuentas y recién luego experimentarían un orgasmo contándole la noticia a su editor responsable y presentándoles la coincidencia entre el rostro, los créditos y la actriz pura y sana que ahora representaba.
En esa primer película, Geena Peres era abusada por dos negros que la reducían con navajas automáticas en una desolada estación de subte; la llevaban adonde terminaba el andén y mientras uno la penetraba por atrás, el otro le metía un miembro enorme entre los labios pintados de violeta; a fuerza de embates, Geena acababa con la mitad del miembro dentro de su boca, sin poder mover los músculos de la cara, con los ojos desorbitadamente abiertos, como si estuviera a punto de explotar; además de los gritos y los gemidos de los violadores, se escuchaba el ruido que producía el contacto de la cabeza del pene con su garganta, preanunciando constantemente una arcada. Sus ojos, a pesar de su apertura desmesurada, miraban a la cámara casi sin pestañear; parecía que hubiera reconocido a un individuo escondido detrás de una pared y lo llamara, le reclamara que interviniera, que se convirtiera en el defensor de su honor. Aún con dos penes en su cuerpo, Geena lograba mantener un mínimo de inocencia, de fragilidad, de esperanza.
Como es obvio, tal supuesto salvador no aparecía nunca; de hecho, en la próxima película, realizada un año más tarde, mientras otros dos negros abusaban de ella en un baño de un oscurísimo bar de Nueva Jersey, un supuesto salvador aparecía como un latino vestido de pandillero. Al principio, lucía sorprendido por la situación; incluso salía del baño. Los ojos de Geena lo seguían, esperando que volviera con sus amigos latinos a darles un merecido, o que llamara a la policía o que regresara con un matafuegos para ahuecarles el cráneo. Sin embargo, cuando el pandillero latino reingresaba, ya estaba lo suficientemente excitado como para que su cuerpo haga una maniobra malabarística y la penetrase por el ano, que ya estaba ocupado por uno de los negros, quien en vez de enojarse o sorprenderse, reía mostrando sus dientes contradictoriamente blancos y chocaba sus palmas contra las del latino. Tanto en la primer película como en la segunda, las escenas terminaban con las eyaculaciones de los abusadores sobre el rostro de Geena.
A pesar de la similitud en términos de cómo finalizar la escena, el director había tomado decisiones distintas en cada una de ellas y terminado por generar situaciones inversas. En la primera, la escena terminaba en el momento en que el rostro de la actriz era tapado por el semen de los atacantes; en la segunda, la escena continuaba algunos segundos más, los suficientes para que los directores de marketing se dieran cuenta del error. Los atacantes se subían los pantalones, le daban las gracias a Geena, y se retiraban corriendo del lugar del hecho; la cámara también se alejaba pero por algunos segundos mantenía como centro de la imagen a la victima, tirada en el piso, con un leve movimiento convulsivo, sin poder reincorporarse.

7.10.07

Inland Empire te quema


La gente fumadora que además de eso, es medio estúpida como yo, suele tener distintas prendas con agujeros de cigarrillos; yo tengo remeras, calzoncillos, sábanas, toallas y una almohada ya con riesgo de incendio, que no sé bien cómo fue que no me morí porque me dormí y cuando me desperté la almohada tenía bastante más que un agujero.

Una de las imágenes recurrentes de Inland Empire es a Laura Dern haciendo que un cigarrillo traspase un corpiño; la misma acción es mostrada desde diferentes perspectivas y con diferentes niveles de detalle; a veces, desde Dern, a veces desde adentro del corpiño vacío.
En un determinado momento, la cámara comienza a hacer un zoom cada vez más detallista al agujero creado por el cigarrillo y a la negra tela que rodea la circunferencia del agujero. Independientemente de la cuestión ontológica de qué son los agujeros, no es un detalle menor que Lynch filme lo que falta, lo que, por definición no está: el agujero.

Uno podría pensar que si se va aumentando el zoom a un determinado trozo de tela, primero vería una masa informe de un color x, blanco en este caso, que luego podría empezar a notar cierta textura en la prenda, que después podría ver cómo hay distintas líneas de hilo que se van entrelazando, cómo hay pequeños espacios vacíos que permiten que el aire pase entre cada línea de hilo, y finalmente, uno podría ver de qué esta compuesto cada uno de esos hilos. En definitiva, uno perdería la noción de globalidad, de unidad del objeto zoomeado, del corpiño y se quedaría con la individualidad de cada uno de los hilos que componen la prenda.

Una de las cosas que preocupaban algo a Lynch cuando estaba rodando era que no había descubierto algo así como una unidad que englobara a todas las escenas que había filmado; de hecho, que la haya o no, es algo bastante cuestionable, más allá del slogan Una mujer en problema. En esta entrevista, Lynch dice que veía sólo hoyos, que la película era sólo agujeros.

Y efectivamente, la película es sólo distintos agujeros; es quemar una vestimenta y en vez de mostrar que es lo que se quemó, mostrar el agujero producido por la quemadura, mostrar el signo de violencia, el signo de incertidumbre, de peligro, sin mostrarte otra cosa;

Es ridículo buscar otra cosa que eso cuando ves Lynch. Porque Lynch es esa experiencia audiovisual de un signo de violencia que pudo o no haberse completado pero que, sin embargo, siempre está latente.

(*) foto de acá