Tarnation: la incomodidad del nudista
Me imagino que ir a una playa nudista, al peor estilo Playa Franka de Moria, requiere una fuerte confianza en sí mismo, no sólo con respecto al cuerpo y a esas cuestiones sino con respecto al carácter propio del portador del cuerpo. Desde tiempos inmemoriales, la gente ha entendido el verbo desnudar sin siquiera mostrar un lunar; supone que uno se desprende de todas las enmascaraciones propias de la convivencia social y muestra no su verdadero yo – cosa que, a la Popper, diré que no existe – sino lo que estaba oculto.
Tan incómodo como que una desconocida llore sus penas profundas sobre uno y pida un abrazo de amigo(*), así es Tarnation, documental de John Cahouette que muestra su propia vida a través de sus videos hogareños que filma desde que tiene un hogar estable. La vida de Cahouette no es, por cierto, nada envidiable; su madre es sometida desde antes de su nacimiento a una terapia poco alternativa como es el electroshock y los videos, más que mostrar la vida de Cahouette – que, en definitiva, es la historia de un joven homosexual que hace videos de prescindible calidad – muestra el deterioro que sufre a lo largo del tiempo su madre.
La cámara la muestra de la manera más descarnada posible; desde sus mitos de violencia familiar hasta una bizarrisima escena de tres minutos donde hace mil quinientas veces el mismo chiste con una calabaza; todo esto en un escenario casero con suelos de habitaciones repletos de ropa tirada, con el abuelo de Cahouete ya sin dientes y probablemente cagado en los pantalones llamando a la policía para que obligue al nieto a dejar de filmar.
Si esto fuera una crítica de un diario de tirada masiva uno tendría que escribir: “Tarnation hace reflexionar al espectador y a la sociedad entera acerca de cómo se trata al enfermo en este mundo globalizado.” Tarnation, a pesar de lo que diga esa crítica mainstream, no es eso, sino que logra – y esto no sé si es bueno o malo – que siempre estemos pensando en Cahouette y en cómo sobrevivió tantos años sin dispararse en la cabeza; el documental tiene una narración tan excesivamente personal y privada que no puede superar la imagen de una persona que se desnuda y nos muestra sus peores partes y nos pregunta qué te parece. La verdad es que no sé, John, primero vestite.
(*) Año 2000. El trabajo era agotador y era el primer día que me dejaban en la oficina cumpliendo tareas de data entry. Encerrado en el box que me correspondía, sentía como propias las imágenes de aquellos oficinistas que se vuelven asesinos seriales. En un momento, un llanto que cada vez crecía más y más y se hacía más escandaloso, aleja mis dedos del teclado; me acerco a la fuente del llanto: era la secretaria del Jefe o del Presidente o del Dios – se hacía llamar de todas esas maneras, dependiendo de si te quería cagar poco, promedio o un montón – que, al verme, lejos de sorprenderse, contesta a mi cara de interrogación arrojándome un Evatest. Ante mi cara de desconcierto, se levanta de su silla y me abraza; acto seguido, con el llanto aún en sus ojos, me dice: “Abrazáme. Abrazáme.“La abrazo. “Pero fuerte, abrazáme fuerte.” No sé, me quedé muy confundido ese día.
11 comentarios:
Más que lo enfermo en el mundo globalizado, quedémonos con lo enfermo de un mundo globalizado. No es casual esa obsesión de tanto majara por mostrar cada parte privada que a uno no le interesa ver (ni saber). Y si se quedara en el mero mostrar. No. Hay que sacudirlo y exhibirlo en cada angulo, ojalá entre gritos y llorando uno no sabe si de vergüenza o de placer desatado. Tal vez a cierta gente en verdad le hace falta el mentado disparo en la cabeza, o, en su defecto, follar más o no hablar más o dedicarse a leer o cualquier otra modalidad de la desaparición.
Acá hay otra opinión de la película de Jonathan Caouette, amigo Playmóbil, enemigo público, entrañable, número uno...
Realmente es una buena pregunta la de por qué el tipo no se voló la cabeza antes. Pero supongo que tiene que ver con su gran objetivo de fama… Aparentemente no le fue muy bien como actor, y decidió darnos un cachetazo en respuesta, compartiendo su realidad. Esa es su venganza. Y si se vistiera, no habría venganza.
Este año no se estrena una película en la que Jonathan actúa. Habrá que ver.
ulises: yo dije eso? mirá...
gernandez: lo que les falta es así como una distancia del concepto de reality show.
Funes: lo discutimos en el suyo blog,pero le digo que no, entrañable flaco enemigo.
Lunita: está muy bien eso de pensarlo como una especie de venganza; sin embargo, siempre es una virtud que no se haya matado.
eh... no se, no lei, solo te queria decir que son muy buenas las fotos con los playmobiles. ahora leo. pasa que estoy en el laburo, necesito mas concentracion.
manzana24.blogspot.com
La pelicula esta muy buena (para mi).
Este tipo igual no se la llevo de arriba... quedo bastante mal, a mi me daba mucha tristeza, sobre todo cuando cuenta que la gente le pregunta por que no puede hablar de corrido, y siempre parece preocupado por algo.
¿Como termino lo del Evatest?
La película no la ví, pero me mató la historia del Evatest. Que le puede pasar por la cabeza de una persona para confiar semejante intimidad ante un desconocido y solicitarle un abrazo? No se trata de desnudarse ante otro acaso? Y por qué nos desnudamos ante otros y tan poco ante nosotros mismos?
Slds,
¿virtud del personaje/persona?
la película es increíble. Afinca su prosapia en dos estéticas: la de cierto nuevo documental norteamericano, estilo 'I'm a sex addict' (de Caveh Zahidi, también notable), por un lado, y la vertiente glam del estilo 'Velvet Goldmine' (de Todd Heynes. Y sí: también notable). (Que a su vez tiene como elementos afines a Puig, al melodrama, al videoclip, a los insumos trash, a los musicales, a...) Si te gustó la de Zahidi y te gustó la de Heynes, difícil que no te guste la de John. (Chiste acá.)
Gernandez: la película de Cahouette hace exactamente lo que usted reclama.
Yo la voy a ver el jueves.-
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