Me cae mal la gente demasiado alta
Me puse el despertador a las 7.30; logré abrir los ojos cuando estaban en el tercer cuarto. A pesar de mi costado brutalmente hispánico – el cual fue hasta casi desafiado en el almuerzo del viernes – pude encontrar al objeto de mi odio. Pau Gasol. Un catalán que parece el hombre de las nieves, pero un toque afeitado y con el pelo un poco menos largo.
Los catalanes suelen caerme mal, también por mi costado brutalmente hispánico, pero en cuanto hizo el segundo tapón a Nocioni, un grande entre los grandes, sentí un odio aún mayor avanzar en mis pupilas, tal como lo sentí con Divac en el campeonato pasado. Esa cosa de gente absolutamente intranspasable, de muralla pefecta, de Muro de Berlín, me cae tan mal como aquellos que no paran de contar sus éxitos uno tras otro, como la consecuencia lógica de su vida, un axioma autoevidente e irrefutable.
Porque, como diría yo mismo tratando de aparentar ser mi psicóloga, soy un tipo con el super yo bastante alto y, por lo tanto, no entiendo como alguien puede estar conforme con el suyo.
Los catalanes suelen caerme mal, también por mi costado brutalmente hispánico, pero en cuanto hizo el segundo tapón a Nocioni, un grande entre los grandes, sentí un odio aún mayor avanzar en mis pupilas, tal como lo sentí con Divac en el campeonato pasado. Esa cosa de gente absolutamente intranspasable, de muralla pefecta, de Muro de Berlín, me cae tan mal como aquellos que no paran de contar sus éxitos uno tras otro, como la consecuencia lógica de su vida, un axioma autoevidente e irrefutable.
Porque, como diría yo mismo tratando de aparentar ser mi psicóloga, soy un tipo con el super yo bastante alto y, por lo tanto, no entiendo como alguien puede estar conforme con el suyo.
3 comentarios:
Jaja, perdona que dé la lata, pero me resulta muy gracioso este post. Y más si supieras que tengo que ver con la psicología, y con España...Menos mal que alta, no soy.
A mí en general me jode el mundo hecho para gente de un metro setenta. Me inclino en todos los putos toldos de la ciudad, me tengo que agachar en todos los espejos de todos los putos baños, en los asientos traseros de autos de dos puertas no se puede viajar derecho y en las mesas de todos los bares hay que agacharse para apoyar los codos.
Mido un metro ochenta y seis y calzo 45.
Sí, tenés toda la razón y a mí también me cae para el orto, pero por suerte ya nos cae lejos.
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