Daniel Guebel: los cajones donde explicar a Perón
Con el amigo Mavra venimos diciendo desde hace rato que había que leerlo aunque más no fuera que para justificarnos en que la película estaba mal filmada pero que la historia era muy buena. Efectivamente, teníamos razón.
La bizarra y ambigua charla que mantiene el jefe del Operativo de Montoneros con Perón en Puerta de Hierro no figura en la película por varias razones – su extensión, una continuidad infilmable de diálogos, por afirmaciones muy políticamente incorrectas acerca de Evita - pero, en el marco del texto, explican el contexto “teórico” y de justificación de la historia.
Los personajes de la novela se hallan sobre un escenario que daría al setentismo una panzada de pensamiento, llanto y recuerdo. El día en que murió Perón. Ese mismo día muere Pedro Ignacio, el padre de Alfredo, quien acaba de entrar a militar en Montoneros por una de las razones más claras y convincentes que existen en la vida humana para militar: levantarse una mina.
“Vos sos el peronista que más sufre hoy”, le dice Norma a Alfredo. Dos muertes del padre es peor que dos días de la madre en uno solo, lo sabemos. La muerte de Perón se transmite en el televisor del living de Alfredo; en el living se transmite la muerte de su padre, sin embargo, son la misma.
El plan de intercambiar cadáveres lleva a que el muerto Pedro Ignacio siga interpretando un papel del mismo modo que el muerto Perón también interpreta su papel. Como un Próspero que dirige desde Puerta de Hierro, Perón dice “Cuando me dí cuenta de que no iba a poder construir un país en serio, no me quedó más remedio que inventar un mundo: un mundo peronista. (…) El país fue el escenario de una ópera y me situé en el centro de la escena. Toda infamia que se dice de mí es un elogio de mi inventiva. Y no le digo nada cuando me muera, voy a ser el cuerpo de una leyenda imperecedera, el tronco del cual se va a desrprender una infinidad de relatos.”
La película no es políticamente correcta, no hace un falso revisionismo histórico para justificar o condenar a una parte de una generación; el libro lo es menos y la audacia para tratar en clave de absurdo una trama política o histórica que era, por definición, ambigüa y aparentemente inasible – López Rega y los Montoneros se llamaban peronistas – es una decisión que al menos es novedosa. En ese sentido, decir como decía mi novia de ese entonces luego de ver la película – la persona más políticamente correcta que conocí en mi vida pero que, sin embargo, no tomaba colectivos (sí, ahora la estoy empezando a putear) – que era una gorilada es no entender que cuando uno tiene un objeto tan difuso como “el peronismo” tratar de hacer arte sobre un dogma es hacer política. Y la política se hace en otro lado.
E incluso, contradiciéndome, uno podría decir que es más peronista contar la misma historia de formas totalmente distintas que decir que eso no es peronista, o que no me vengan a hablar de… Porque, en el fondo, el peronismo es infalsable; el peronismo es – o pretende ser – todo.
7 comentarios:
Yo siempre voy un paso mas lento que ud.
Ayer no mas me presentaron a Osvaldo Lamborghini. Solo queda decir que dormí dos horas habiendo entrado en una especie de fascinación y nausea eterna.
No puedo pensar en otra cosa que en ese fiordo.
Y vengo aca y lo busco y si, usted claro que lo adoraba desde antes.
Asique Guebel deberá esperar un par de meses que se me pase esto que me tiene atrapada ahora.
Y hablando de cadaveres itinerantes y paralelos... gloria al gran Martin Caparrós, mentor de la biografía de un tal Máximo Balbastro, muerto tambien (tambien?) el 1ero de Julio del 74'.
Quizá Jorge Dorio invente algún dia la historia Emilio Quiroz.
Muy interesante, muy interesante. Mi aproximación a la obra de Guebel me indica que debería siempre encuadrarse todo bajo algo que podríamos llamar "estética burlesca", que viene a ser un aggiornamiento político-literario de las teorías de Bajtín sobre el carnaval: la mixtura entre alta y baja cultura; lo serio y lo grosero; lo sutil y lo bobo.
Es un escritor que da para mucho análisis. Tal vez demasiado.
En general los cajones no tienen manijas del lado de adentro. En este caso, menos.
zedi: lo de epigonal te lo debo, pero la lectura de perón es, al menos interesante, como lectura (independientemente de u
libelulita: que bueno que entro en lamverga!!! pero sí, es un viaje de ida: uno de estos días, le presto la causa justa y ahí vas a ver que grosso es alguien que ya es grosso. pero sí, se duerme poco y después uno termina hablando de cómo se masturba. ;)
felix: podría ser, vos viste cómo es esto de empezar a escribir; seguramente le pidió favores a cambio de algo y guebel le terminó facilitando historias y formas de contar. Cosas del oficio.
mavra: voy a estar en desacuerdo, porque no creo que haga eso guebel; me parece que va más por la combinación entre una teoría absurda que se aplica a un objeto, el cual también es absurdo, con lo cual la teoría tiene sentido al tiempo que es absurda; igual, leo otro de guebel y contrastamos.
cna: sí, uno de estos días va a dejar de ser mediático para comprarse medialunas y quizás quizás.
nadie: y sí, se impone la columna propia
lachicaqueodiaalachinadebabel:
primero ví la peli por la mitad. Me pareció LA idea, me volví fanática antes de terminarla. Encontré el libro, lo leí fascinada, me dije: ahora tengo que verla, necesito escuchar este monólogo del encuentro con Perón, quiero ver al viejo en el patio hablando con su esposa muerta ...y así...
Película: un bodrio.
Conclusión: Guebel se dió cuenta que al guión le faltaban cosas grossas y decidió hacer la novela.
Publicar un comentario