type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: Las Correciones: Franzen y el bestseller no querido (parte 1)

10.2.07

Las Correciones: Franzen y el bestseller no querido (parte 1)


Si algo caracteriza a la visión del mundo occidental que Estados Unidos intenta imponer culturalmente es el festejo de la Navidad como el lugar perfecto de reunión familiar, la demostración de que el núcleo familiar es la base fundamental de la sociedad política, más allá de lo que digan los demócratas y sus libertades civiles.

Una madre que busca el éxito como único parámetro posible de felicidad y la crítica como único método de revertir el camino hacia el no-éxito de sus hijos, de su esposo, de sus vecinos. Un padre cargado de leyes morales imposibles de quebrantar que sufre de Parkinson y está adentrándose en el mundo del Alzehimer. Una hija ardiente de sexo sin distinción de géneros. Un hijo banquero que oscila entre la depresión que le adjudica su esposa y la paranoia que su misma esposa le produce. Otro hijo, crítico foucaltiano de la sociedad de consumo, profesor expulsado de la universidad por acosar a una exalumna y un eterno guionista de un único guión infinitamente inacabado.

Esos son los 5 Lambert que forman Las Correcciones de Jonathan Franzen, uno de los libros más vendidos en los últimos tiempos de la literatura norteamericana.

Las Correcciones tuvo una extraña recepción en los Estados Unidos: por un lado, fue publicada pocos meses antes del atentado a las Torres Gemelas – acá se puede escuchar una entrevista a Franzen, en donde tanto al principio como al final se dan noticias acerca del “terrorismo” -, y eso, en alguna medida, hizo que lo que pretendía ser la historia de una familia se convirtiera en algo así como la ilustración de una forma de vida que se estaba viendo atacada. Por otro lado, Las Correcciones fue incluida en El Club de Lectura de Oprah Winphrey, definida como la mujer más influyente del mundo por Wikipedia, con la consecuencia de que las ventas se dispararan, especialmente entre el segmento de mujeres.

Cuando un sello del Club de Lectura de Oprah empezó a aparecer en la cubierta de Las Correcciones, Franzen salió a decir que se había roto el culo durante tres años para escribirla y que no creía que una corporación tenía que adjudicarse algo respecto de él, luego de lo cual Oprah le canceló la invitación a su talk show. A pesar de tanta rebeldía, Franzen agradeció a Oprah el Premio Nacional al Libro de Ficción

Al leer la reseña – cargada de adjetivos, de frases grandilocuentes y de mensajes morales donde no los hay - del Club de Oprah, uno no puede dejar de sentir que un libro como Las Correcciones tiene la extraña virtud de ser receptivo a múltiples malinterpretaciones, algo que distingue, creo, un bestseller hecho y derecho y un bestseller producido por razones no autómatas o, si se quiere, por un autor que no necesariamente quiere producir un bestseller.


Lo que convierte a la novela en algo verdaderamente eléctrico son los múltiples choques de reconocimiento que ella entrega, al tiempo que Franzen logra escenas tan espeluznantemente correctas: el caos casi apocalíptico que surge cuando una suegra llama en el medio de una pelea familar; la angustia de un chico confinado a la mesa hasta que acabe su dena; el fervor visionario y las promesas aterradoras de una compañía presentando al mercado una nueva droga con beneficios enormes e implicaciones peligrosas.
Hay algo emocionante, sensible e inspirador en ver a la vida revelada tan precisamente, tan transparentemente y, finalmente, tan inclementemente. Al teminar Las Correciones, sentimos –como en la vida misma – un profundo respeto por la valentía y elasticidad de seres humanos profundamente dañados que mueren, nacen y sobreviven a cada momento. (Reseña de Oprah)

No tan casualmente, las cuatro o cinco escenas que se mencionan en la reseña no son ni las más importantes ni las que marcan el ritmo de la novela ni las que dicen algo respecto de la trama. Esas escenas dejan de lado las escenas de la madre descubriendo un antidepresivo prohibido en Estados Unidos, las del hijo foucoltiano buscando manchas de sexo de su exalumna en las sillas de su casa, ese mismo hijo estafando por Internet al pueblo de Lituania, o al padre puteando contra los negros.

De hecho, a la reseña le falta para ser completa, una comprensión similar a la que se hizo en Gran Hermano 07 de Esperando a Godot; para la exnovia de Sergio Denis, Esperando a Godot era una obra con un mensaje de esperanza y de cómo tener objetivos claros en la vida: pasara lo que pasara, los personajes no se movían porque ellos esperaban a Godot y Godot representaba todo lo que uno espera y cómo todo lo que uno espera a veces tarda en llegar pero sin embargo llega. Lo que le falta a la reseña era decir, por ejemplo que, a pesar de todos los cambios que se pueden producir en una familia y a pesar de que algunos pueden resistirse, todos llegan a festejar la última Navidad juntos.

5 comentarios:

Melibé dijo...

cómo era el temita de la esclavitud?

Anónimo dijo...

Franzen es un caso. Iba a escribir 'un caso raro', pero no: es uno más de muchos. Está al alcance de la mano, a un precio razonable, con una avalancha de crítica a favor y en contra en su haber... y sin embargo pocos de, digamos, 'nuestro círculo', lo leen.
Cuando leemos a uno de estos y nos gusta, en general nos gusta mucho. Y se hace difícil contener el apetito promotor.
Nosotros, futuros lectores, agradecidos.

Playmobil Hipotético dijo...

melibe: estabamos en la calidad del cuero mojado?
pailos: y qué mejor que ser el promotor de algo? que mejor que ser el promotor de lost, de la marihuana, de el pasado de pauls, de daniel hendler, de parque patricios, que mejor que eso?

Melibé dijo...

Yo me autoproclamo promotora con gorrita y paraguas YA mismo. ¿Tengo que promover el combo completo? Hay un par de cositas que me huelen raro vió.

Anónimo dijo...

Nada mejor que eso. Por usted y por Minimal, aguante el globito.