type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: 68 horas sin celular

6.11.07

68 horas sin celular



Instancia 1: hora y media para hacer la denuncia

Síntoma 1: Cualquier cosa que suena parece mi celular; descubro que hay más ruidos en la calle que los ruidos que hace mi celular.

Síntoma 2: Mi ignorancia respecto de qué hora es se ve brutalmente acrecentada por el hecho de que empiezo a buscar infructuosamente un reloj en la calle, en el colectivo, en las manos ajenas y no lo encuentro.

Síntoma 3: Me descubro buscando el celular en mis bolsillos de manera tremendamente atávica; incluso, creo reconocer el vibrador del celular; dado que no tengo celular, empiezo a preocuparme.

Instancia 2: Despertarse a las 9 de la mañana de un sábado no parece sencillo sin un despertador. Recorro mi casa y descubro que no tengo ni siquiera un reloj, salvo el de la computadora o el de la televisión. Finalmente, me termino despertando cada hora.

Instancia 3: El sábado a las 4 de la tarde me doy cuenta que no me llamó mi madre.

Síntoma 4: Me descubro extrañamente feliz sin celular. Incluso pienso hasta dónde podría llegar.

Instancia 4: Empieza una rara obsesión por el status ontológico de los posibles mensajes de texto y llamadas a mi celular.

Instancia 5: El sábado por la noche me doy cuenta que no sé el celular de nadie; también me doy cuenta que voy a tener que recolectar todos los teléfonos perdidos. Deprimido, meto las manos en los bolsillos - donde solía estar el celular - y camino como despreocupado, cuando es bien claro que toco la ausencia.

Síntoma 5: El domingo por la noche, suena el teléfono. Preguntan por mi celular apagado; incluso, creen encontrar en eso el signo de una noche de excesos secretos. No los desmiento, aunque pienso que ese es un pensamiento propio de una generación mucho más pretérita que la mía.

Síntoma 6: Me asalta la cuestión de dónde estarán mis llamadas perdidas, mis mensajes recibidos, mis mensajes sin leer, los llamados que entraron en esas horas. Imagino un momento del día siguiente donde luego de conectada la línea aparezcan cinco llamados sin contestar, ocho mensajes de texto sin leer, tres correos de voz sin escuchar. También me imagino la desilusión cuando compruebe que la mitad de ellos son de mi madre, un mensaje de texto de Personal avisandome de una promoción "Día del Enamorado" y cuatro que me preguntan a qué hora juega Huracán.

Instancia 6: Finalmente, compro otro celular. Lejos de esa catarata de mensajes sin leer, de llamadas perdidas, de esperanzas del pasado puestas en un número, mi nuevo celular aparece completamente vacío. Es claro el mensaje detrás de esto; el no tener celular implica una vida menos activa, una vida que no merece ser registrada. No es que los mensajes mandados a mi número no lleguen; no, más bien es que los borran antes de que uno recupere la línea. Los borran para decirte que esos días que pasaste sin celular, nadie te buscó, nadie quiso hablar con vos porque, en el fondo, no existías. Como si eso fuera una novedad.
(*) picture from here

2 comentarios:

Molina dijo...

Yo no sé lo que es todo eso: no tengo celular, y hago una especie de militancia al respecto (aunque a veces siento que me vendría bien tener uno)

un abrazo

Libelula de Acero dijo...

Te iba a mandar un mensaje de texto para inaugurarlo pero me di cuenta que me lo olvide en casa.
Por ahora tengo manifestaciones de los síntomas 1, 2 y 3 si cambiamos bolsillo por cartera.
Ah y voy a luchar hasta las 6 de la tarde para contenerme en las ganas locas de correr por Panamericana para ir a su encuentro...


(pd: palabra jodida inaugurarlo, te desafío al deletreo con dos caipirinhas encima, ja!)