type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: El informe de las esquinas

7.8.08

El informe de las esquinas


Durante 20 años Ramírez fue sistemáticamente rechazado por todas las editoriales grandes, las pequeñas, por las revistas importantes, los concursos arreglados, hasta que finalmente alguien no se dio cuenta que su prosa era solemne, moralizante y aburrida y le dieron dos páginas en una revista de su barrio.

Ramírez conocía todos los rumores y secretos a voces de ese barrio porque nunca se había podido ir de ahí, por más que lo odiara, lo deprimiera y desde chico dibujara aviones que lo llevaban a cualquier otro barrio donde tuviera algo nuevo por descubrir.

El primer informe de las esquinas, así los tituló, se trataba de la vieja historia de Elsa Caccino que había pasado todas las tardes durante quince años en la cama del zapatero del barrio sin que su marido hiciera nada por detenerlo. Cada uno de los que se enteraba de la historia, se la contaba a otro y así llegaron al punto en el cual había una única persona que no lo sabía y sin ninguna prisa pero con toda la certeza, sabían que alguien lo iba a terminar de enterar. Eso ocurrió y el marido de Caccino no tuvo otra posibilidad más que citar en esa esquina al zapatero y proponer un duelo definitivo. El zapatero no iba armado, Caccino tampoco y entonces tiraron una moneda; la elección de Caccino fue la acertada y se volvió a su casa y le informó a su esposa que a partir de ahora, se habían acabado todas sus aventuras, que en la forma más justa de decidir las cosas, ella le había quedado a él.

El escritor Ramírez pensó que eso iba a causar un gran revuelo en el barrio o que todos iban a temer que sus secretos se supieran y que entonces iban a inundar su casa de dinero, de regalos para tratar de callarlo. Eso no pasó.

El segundo informe de las esquinas se refería a una cortada en la cual un partido de fútbol de niños terminó en una masacre de gatos que durante años se había atribuido a un loco azaroso que había envenado carne y que luego dio a los animales. El propio Ramírez, que se había cansado de la extrema ventaja deportiva que le daba pertenecer al grupo de los pijas en vez de al rival, el grupo de los gordos, fue el que ideó todo y consiguió veneno para ratas y salió a repartirla en una jeringa a todos los animales que pudo.

Los dueños de los gatos habían muerto hacia casi treinta años y a nadie le importó.

El escritor Ramírez envió su tercer informe en el cual se relataba como un escritor avanzado a su tiempo, que en realidad era la voz de una generación posterior a la suya, había sido desconocido y ridiculizado por ese chato barrio, y acabó por suicidarse en una esquina que tenía tantos juramentos de amor que ya no se podía distinguir ninguno. Cuando el autor Ramírez estaba a punto de descerrajarse la sien, pensó que sería una ridiculez no ver cómo al fin un relato suyo tenía algún tipo de efectividad sobre la realidad.

Volvió a su casa, cambió el relato diciendo que el escritor se iba a matar una semana más tarde a las cuatro de la tarde y envió el informe. Bajó las persianas, cerró todas las puertas y esperó que alguien llamara para intentar convencerlo de que eso era una locura. A las cuatro de la tarde de ese día, que era particularmente caluroso, fue hasta la esquina con su revólver y no había nadie. Esperó treinta minutos, nervioso, con la pistola cargada en la mano, carraspeando, fumando su último cigarrillo, atándose por ultima vez los cordones, mirando por ultima vez las casas que lo habían despreciado pero nadie llegó. A las cinco menos cuarto, el escritor Ramírez se dio cuenta que nadie iba a venir y se fue a su casa. Se baño, pidió empanadas y cuando fue a pagar, el chico del delivery le dijo que muchas gracias por no matarse, que ahora tenía que pagar una apuesta de cien pesos.

(*) pic from here

5 comentarios:

julieta eme dijo...

muy bueno! me encantó!

Opinologa autorizada dijo...

me encanta! siempre me cuelgo a leer lo que escribis...

Opinologa autorizada dijo...

http://morkelik.blogspot.com/

mira la torta de casamiento que pusieron en este blog

Anónimo dijo...

jeje... muy bueno compadre

El Mate Tuerto dijo...

Muy bueno, no te tenía en esta veta de costumbrismo barrial. Yo le sacaría el comentario del delivery boy (vicios del edditing, perdón)
Abrazo
Ariel