type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: sordidness is back

7.8.09

sordidness is back

90 Grados (parte I)

Hola, bienvenidos a otra emisión de 90 grados, el programa que revolucionó la forma de hacer televisión. Nuestro primer participante es Joaquín, tiene cuarenta y cinco años, está divorciado desde hace veinte, tiene cuatro hijos pero el más chico el otro día salió corriendo cuando se presentó en la universidad privada que paga su padre adoptivo. Joaquín vive en Rafael Calzada, es desocupado y aún no pasó el cuarto paso de Alcohólicos Anónimos.
Aquí llega María, nuestra seductora; su color preferido es el turquesa, prefiere la montaña a la playa y su ídolo de la historia es Faruk, el dueño del restaurant armenio que auspicia 90 grados. Vemos sus primeros movimientos; sus brazos rodean a Joaquín, lo contornean al ritmo de la música, vemos ahora como le lame delicadamente el cuello, luego la lengua va escondiendo la oreja en su boca… Sí, amigos, ahora lo está arrojando contra el sillón. Joaquín, nuestro preocupado participante, se acaricia la entrepierna y pasa su mano por la espalda de María; ella, quizás intrigada por esas manos resbalosas de sudor frío, le arrebata el poco cabello en un gesto que promete lujuria. Sí, ya estamos viendo las primeras gotas de sudor en la frente de Joaquín, el movimiento que hace automáticamente su mano hacia su entrepierna y que comprueba la oportunidad.
Atención, amigos teleespectadores, estamos llegando al momento importante; María, cargada de recuerdos, de líquidos rodando por sus prominentes formas corporales, comienza a quitarle el cinturón con su boca. Joaquín se altera e intenta que la boca de María vaya al encuentro de su miembro pero ella lo mira con un gesto de paciencia y vuelve a acariciar su pierna. Joaquín se echa hacia atrás, entristecido o ansioso, y finalmente María le quita los pantalones, desliza su mano en el interior del slip bordó (un color muy de moda, nos acota el especialista) y la eleva y hace descender. Joaquín sale de su marasmo de placer y le quita el corpiño en pocos movimientos; en una lucha despareja, alcanza la posición superior y lame los pezones negros de María, descubiertos bajo un corpiño verde loro (un must not de la lencería, nos acotan aquí). María desliza su mano por el trasero de Joaquín, dibujando mentalmente sus contornos y con un movimiento suave pero, sin embargo, rápido le quita el slip. Joaquín, sorprendido, deja caer la cabeza hacia adelante y María conduce sus manos al encuentro del sexo de Joaquín. Esa sonrisa de María ¿qué está indicando?¿Son esos temblores los signos de un orgasmo futuro?¿Ya alcanzó el clímax con la sola intuición de la penetración?
No, no, por el contrario. Esos temblores son los intentos de no reir, el movimiento cósmico que produce la conmiseración. Sin embargo, Maria está riendo, a pesar de que se tape la cara no deja de reir; Joaquín la mira con una sonrisa idiota en el medio del rostro, y ahora está a punto de quitarle la bombacha amarilla pero María cae del sillón, rodando por el suelo y riéndose. La sonrisa desaparece de Joaquín pero, sin embargo, una nueva expresión idiota lo acecha. María observa directamente a la cámara y deja un espacio entre su dedo pulgar e índice, un espacio lo suficientemente pequeño para que entre un único dedo; se da vuelta, mira a Joaquín, le repite el gesto y ahora sí, ríe como poseída por la venganza de las mil mujeres que la noche ha producido para conservar. Joaquín sale de su marasmo para levantarse y abrazarla pero tropieza con una de las sábanas y cae despatarrado al piso, dejándonos ver, con una claridad demasiado obvia gracias al zoom, el motivo del gesto de María quien cae de rodillas al suelo y continúa riéndose, mientras lo señala.
Joaquín toma su cabeza entre sus manos y se sacude rítmicamente hacia arriba y hacia abajo; algo lo distrae. Es el sonido que proviene del monitor que tienen en la pecera; ahora se van sucediendo las fotos en sepia de su casamiento, sus hijos abrazando a su padrastro, las vacaciones de su exmujer en los arroyos de Córdoba, rodeada de sándwiches de milanesa y piernas de jamón en extremidades femeninas. María lo lleva contra el rincón de la pecera a fuerza de bromas, de gritos sostenidos y Joaquín llora, sin protegerse de las columnas líquidas de mocos que caen por su cuerpo, sin ocultar su rostro.
¿Hace falta aplicar el transportador? Nuestro escribano, Henríquez Ureña, nos conmina con un movimiento ascendente de su moño. Tenemos allí el primerísimo plano del sexo de nuestro participante; esa línea roja que se está moviendo representa el ángulo de su erección y, como lo sospechábamos, no ha superado durante cinco minutos los 90 grados de erección. Ahora sí, amigos. Mientras abrimos las puertas de la pecera del amor, venga un fuerte aplauso para nuestro ganador!!! Por acá, Joaquín!!! J aja ja. ¿Salió un poco confundido, verdad, amigos? Nuestra secretaria le alcanza unos pañuelos. Limpiese hombre, póngase contento, que ganó el acceso a la semifinal de 90 grados con el premio máximo de un auto descapotable, enorme, gigantesco y que, por lo que vimos, le podría servir a usted muy bien de compensación natural. Vamos, amigo Joaquín. ¿Quiere decir algunas palabras para la amable teleaudiencia?¿No? Bueno, lo comprendemos. María, por favor, retírese de la pecera que ya está llegando nuestro próximo participante en búsqueda de no conseguir una erección a pesar de todas nuestras tentaciones!!!. ¿Será tan bueno como Joaquín? Ya lo veremos amigos.

5 comentarios:

julieta eme dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
julieta eme dijo...

no entiendo. el tipo no consiguió una erección "a pesar de las tentaciones" (es decir, porque pudo resistir exitosamente a las tentaciones) o porque la mina se empezó a reír. no sé si me estoy equivocando, pero me parece que había un programa yanqui que consistía en poner a personas normales con personas que estaban para darles mal y ver si resistían la tentación. las personas normales tenían pareja o algo así. la cuestión era ver quién era infiel primero. ah pará, me estoy acordando... concursaban parejas y a cada integrante de la pareja lo ponían con un hombre o con una mujer que estaban bárbaros/as y que seducían a los y las participantes... algo así... y después le mostraban al otro/a la grabación en la cual su pareja le había sido infiel... juro que ese programa existió... o si no fue ése, fue uno muy parecido...

Matías Pailos dijo...

celebro la vuelta a las canchas. El resto de los comentarios, ya te los hice en persona. Si lo hiciste, no me di cuenta, pero, ¿modificaste algo?

Anónimo dijo...

Si no me falla la memoria, ese programa del que habla Julieta lo emitían por canal 9.
Entendí que el tipo iba embaladísimo hasta que la mina se empieza a reir; parece como que hay una trampa ahí (o capaz que yo veo trampas por todos lados).
Impecable el relato, PH.

Playmobil Hipotético dijo...

julieta: si, lo conducia juan castro pero era más en clave de drama romántico. Esto es más en clave patética
pailetes: no, no cambié nada pero necesitaba olvidar el último post que me recordaba a larrivey fusilando a monzón.
Anónimo: exactamente esa es la idea de 90 grados; gracias por lo de la impecabilidad!!