La penúltima verdad, la tuerca que gira sobre su propio eje
Después de leer La penúltima verdad de Philip Dick uno entiende un poco más de donde viene la historia de Underground, donde un pueblo vive engañado en túneles subterráneos convencidos de que la guerra aún continúa.
A diferencia de Underground, donde sólo uno se beneficia del engaño, La penúltima verdad distingue a los seres humanos en dos grupos extensos: por un lado, los que viven en la faz de la tierra, convertidos en terratenientes ayudados por robots inteligentes y con noción de la experiencia pasada; por el otro, los que viven bajo la tierra, amontonados en túneles y ocupados en construir armas y robots para una guerra que ya terminó hace tiempo.
A diferencia de Underground, donde sólo uno se beneficia del engaño, La penúltima verdad distingue a los seres humanos en dos grupos extensos: por un lado, los que viven en la faz de la tierra, convertidos en terratenientes ayudados por robots inteligentes y con noción de la experiencia pasada; por el otro, los que viven bajo la tierra, amontonados en túneles y ocupados en construir armas y robots para una guerra que ya terminó hace tiempo.
Uno podría decir muchas cosas de La penúltima verdad: que es una novela que muestra el poder de convencimiento que poseen los medios de comunicación, que muestra la necesidad humana de dividir las posiciones en dos (la guerra había sido entre la URSS y Estados Unidos; una vez terminada, están los de abajo y los de arriba). Sin embargo, lo mejor de la novela no está ahí sino en cómo se va construyendo una realidad que, a pesar de ser inestable en la historia, es totalmente estable y dominada por Dick.
Una de las cosas mejor logradas por Dick es construir una especie de definición de qué significa hacer una vuelta de tuerca en la narración; la cosa parecería consistir, a diferencia de otras formas de definirla, no en ocultar información, sino en mostrarla desde el principio y luego comenzar a explicarla de a poco. Cada paso de la explicación supone una nueva forma de entender la realidad. A diferencia de los policiales más clásicos, donde de alguna forma, todo termina cerrando, Dick es Dick y la promesa de incertidumbre se mantiene siempre, lo que deja de ser un problema o una falencia y se convierte en casi un dogma: que la realidad, en última instancia, es inexplicable.
Ponele:
Aparece un robot, suelta un mechón de pelos, una prolija gota de sangre, dispara un dardo hacia una persona, y cuando se ve cercado por un ejército de robots, se convierte en un televisor pesado, casi imposible de abrir. Llega el detective y no encuentra rastros del asesino; luego, se da cuenta del peso excesivo del televisor; se da cuenta que es una Gestal-macher, una máquina de matar construida por la Alemania Federal y que, obviamente, tiene que ser programada por alguien. ¿Quién la programó? Seguramente no aquel a quien pertenezcan los pelos, la sangre, etc.; pero claro, qué mejor coartada que esa, qué mejor que dejar la tarjeta de Stanton Brose, asesino profesional, en el lugar del crimen? Doble trampa. Pero sin embargo, qué mejor método para convencer a una persona de colaborar con un proyecto que hacerle creer que su mejor amigo fue asesinado por su jefe, Stanton Brose? Pero entonces, quién mató a ese hombre no fue Brose, sino que fue…¿y después de todo, qué importa?
Una de las cosas mejor logradas por Dick es construir una especie de definición de qué significa hacer una vuelta de tuerca en la narración; la cosa parecería consistir, a diferencia de otras formas de definirla, no en ocultar información, sino en mostrarla desde el principio y luego comenzar a explicarla de a poco. Cada paso de la explicación supone una nueva forma de entender la realidad. A diferencia de los policiales más clásicos, donde de alguna forma, todo termina cerrando, Dick es Dick y la promesa de incertidumbre se mantiene siempre, lo que deja de ser un problema o una falencia y se convierte en casi un dogma: que la realidad, en última instancia, es inexplicable.
Ponele:
Aparece un robot, suelta un mechón de pelos, una prolija gota de sangre, dispara un dardo hacia una persona, y cuando se ve cercado por un ejército de robots, se convierte en un televisor pesado, casi imposible de abrir. Llega el detective y no encuentra rastros del asesino; luego, se da cuenta del peso excesivo del televisor; se da cuenta que es una Gestal-macher, una máquina de matar construida por la Alemania Federal y que, obviamente, tiene que ser programada por alguien. ¿Quién la programó? Seguramente no aquel a quien pertenezcan los pelos, la sangre, etc.; pero claro, qué mejor coartada que esa, qué mejor que dejar la tarjeta de Stanton Brose, asesino profesional, en el lugar del crimen? Doble trampa. Pero sin embargo, qué mejor método para convencer a una persona de colaborar con un proyecto que hacerle creer que su mejor amigo fue asesinado por su jefe, Stanton Brose? Pero entonces, quién mató a ese hombre no fue Brose, sino que fue…¿y después de todo, qué importa?
7 comentarios:
Dick es lo más, no tengo mucho más que agregar. Véase, si no se sabe por dónde empezar, la novela distópica y ucrónica 'El hombre en el castillo'. (Y de yapa, adquiérase las ganas de jugar al I-Ching.)
No estoy del todo familiarizada con el género, la descripción me dió ganas de leerlo. gracias. pregunta habrá leido Fahrenheit 451? marianita
mp: ya me estoy imprimiendo y fluyan mis lagrimas (otra vez, gracias a su sapiensia literaria)
marianita: no, no lei. pero el cuarteto conquistador (mp, dragon del mar, zedi cioso y quien le escribe) recomienda furiosamente cualquier cosa que consiga de philip dick (alias felipe pito) beso
Che, voy a leer algo de FiliPito (es mucho mejor apodo) aunque su reseña, PH, me hace preferir Futurama. Lo hago más por mp, seadragon y zedi cioso que, aunque no tengo el gusto de conocerles, se notan personas de bien. No como usted que usa camperas verdes.
quizas sea por mi excesivo gusto (y amor) por la literatura, pero siempre que se me recomienda una obra, siento que tengo que retribuir el gesto. Recomiendo porque Bradbury tambien plantea una especie de mundo futurista (no muy lejano), una crítica a la sociedad norteamericana (para quienes miramos, no sólo vemos) y personajes que de tan bizarros resultan, con el desarrollo, hasta simpáticos. Me habré adueñado impunemente de su espacio? el próximo jornal será invertido en Don felipe. saludos marianita. ahh, me olvidaba, un beso.
Sobre los últimos sobrevivientes en capas subterráneas, se recomienda "Los días de Perky Pat", un cuento sobre luchas de poder que se definen jugando con muñecas Barbie. Y de sus novelas mi favorita sigue siendo la póstuma "Radio Libre Albemut".
Para los que nos gusta la literatura esta bueno tener la posibilidad de conseguir distintos textos vinculados con autores nuevos, ya que me interesa ver las cosas nuevas que aparecen y los sentimientos que me generan. Cuando tengo la oportunidad me gusta agarrar un libro y ponerme junto a las estufas a leer por horas
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