type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: Nunca más

7.4.09

Nunca más


Estoy en el nivel dos de natación. Me llamo Facundo y me gusta el color verde – porque le gustaba a ella -, camino con miedo en el barrio de Belgrano – porque ahí está ella - y vivo en Parque Patricios.

Tengo varios compañeros de pileta. Uno es el esposo de una sueca, otro es repartidor de Paty; también tenemos un corredor de telas en el Once, una oficinista, una sindicalista bancaria, una vieja que es bolche o está loca y Jorgito, como no hablar de Jorgito.

Jorgito es canoso, tiene los dientes para afuera y aunque es flaco, tiene panza con ombligo para afuera. Cuando llega al borde de la pileta, mira hacia el piso y empieza a contarnos, a uno por vez, lo que estuvo leyendo en Billiken pero con la entonación de la Ilíada: ¿vos sabés por qué las polillas cambian de color? Y ahí nomás te cuenta todo.

A veces, la gente se cansa de Jorgito: una vez, estábamos en el vestuario y un tipo salió en pelotas con un ostentoso collar dorado colgando. Jorgito se le paró y le dijo que era un muy bello ornamento barbárico, que así se le decía, y le contó la historia de los bárbaros, que se llamaban así porque no eran cristianos, mientras el otro se vestía. Jorgito estaba llegando a la historia de Francia cuando el del collar se levantó y empezó a caminar hacia la salida; Jorgito lo siguió porque todavía no había terminado y abrió la puerta del vestuario de hombres; ahí fue cuando las mujeres que estaban esperando para la revisación médica, se rieron nerviosas y otras le gritaron degenerado porque a Jorgito se le olvidó que estaba desnudo.

Jorgito es abogado. No sólo eso sino que es el peor abogado del mundo. Rindió nueve veces Derecho Procesal II; pasó por todas las cátedras, comisiones e incluso, durante sus veintidós años de estudiante universitario, asistió al entierro de cuatro jefes de trabajos prácticos. De hecho, se recibió porque empezaron a decir que era yeta desaprobarlo.

Ya el otro día empezamos a notar algunas presencias raras en la pileta: desde los balcones que dan a la pileta, se asomaban diez o doce hombres y medían a la distancia, discutían, se agachaban, entrecerraban un ojo y comprobaban las salidas. Jorgito quiso ser abogado desde los veintidós años, cuando en la tele pasaban el Juicio a las Juntas; Jorgito quería ser como Strassera; quería decir Nunca más y que todos lloraran y que todos supieran que él lo había dicho y que era por su gran sentimiento de humanidad que ellos lloraban.

A decir verdad, ya desde los primeros minutos de la clase, las cosas se empezaron a poner raras; el repartidor de Paty salió con un balazo en la pierna mientras hacía pecho y la bolche o loca se había resbalado en el piso mojado mientras corría gritando Luche y Vuelve. Jorgito aprovecha cualquier circunstancia en el juzgado para decir Nunca Más. ¿Quiere usted más café, doctor Jorgito? Nunca más.

La última vez que lo dijo fue en el juicio que le hicieron a unos mexicanos narcotraficantes que no se sabe bien cómo – o sí, pero es peligroso divulgarlo – terminaron en su estudio. Bah, Jorgito no tiene estudio; trabaja en la cocina del departamento de su madre, del cual nunca se ha ido. Jorgito hizo un alegato calcado de una película con Tom Cruise para demostrar que la droga encontrada en el departamento del narco, no era del narco. (la película trataba de empresas que contaminan el ambiente, venden cigarrillos y muy probablemente, ponen dedos de niños en los alfajores). “Así que señoría, señores del jurado, condenando a este hombre no sólo salvarán el medio ambiente sino que lograrán que nadie fume más. Nunca más”

El juez tardó diez minutos en otorgar su veredicto; nueve de ellos se los pasó llamando a sus colegas por los teléfonos internos para contarles la última de Nunca Más.

Empezaron a caer sogas desde los balcones y luego varios hombres armados se dejaron caer por ellas. Los guardavidas les exigieron que se pusieran la gorra de natación porque les veían caras de piojosos pero ellos los empujaron, y sacaron a Jorgito de la pileta. Jorgito salió pero no veía nada porque tenía las antiparras empañadas. Les preguntó, traviesamente, si existía la luz mala y antes de que empezara a recitar, lo recagaron a tiros.

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6 comentarios:

mariano dijo...

muy bueno, ph, me gustó.

Opinologa autorizada dijo...

que buen relato!

nunca mas, si dejarn de usar tanto esa frase en la tele volveria a tener el peso que tenia en aquel entonces....

Cece dijo...

playmo,
cuando me mude a mi casa de belgrano me anoto en esa pileta de perdedores. ¿dónde podría ir sino? da para filmar un documental tipo fassbinder
(te aviso que violo todas las reglas natatoriales posibles)

Matías Pailos dijo...

presumo que J sigue vivito y coleando... que odio, ¿no?

goloviarte dijo...

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te conocerán un poco mas,ven y deja tu blog en el libro de visitas
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mi hijo tiene muchos playmobil

Bruja dijo...

ahjaaa!
era Jorgito nomás (y no jorguito)
muy bueno y qué linda la pic!!!