type='text/javascript'/> Mundo Playmobxx: 2666 (iii): el irrealismo

9.6.06

2666 (iii): el irrealismo


¿A qué lleva a esto?. Pocas cosas me acuerdo de Filosofía Antigua pero una de ellas es que a las aporías no se las soluciona sino que se las recorre.

Ese universo estaría construído sobre las negaciones de las categorías del espacio y del tiempo; sin embargo, aún cuando no tengo ganas de hacerlo, estoy seguro que se podría demostrar exactamente lo inverso: el respeto por las categorías de espacio y tiempo como método constructivo.
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Las historias principales, las secundarias, las terciarias que aparecen en 2666 parecen adquirir sentido en ese pozo ciego que es Santa Teresa; sin embargo, no lo hacen; en realidad, no adquieren sentido sino que caen anárquicamente una sobre otra, sin que nosotros podamos más que asomarnos y mirar la oscuridad del sentido.

2666 es una aporía del sentido. La construcción aparentemente realista de la novela puede generar la impresión de que ahí existe un universo de realidad, dotado de sentido y que pueden resolverse el misterio de Archimboldi, el misterio de los múltiples asesinatos de obreras de Santa Teresa, el misterio de porqué Norton se queda con Morini.

Bolaño es un experto en plantar pistas falsas, en mostrar caminos que conducen a precipicios, en ser el que siempre aparece para darnos la sensación de seguridad y hacernos caminar veinte cuadras hasta llegar al campo, cuando queríamos llegar a la ciudad. Como aquel personaje de Lost Highway, que sobre el final de la película cambia el actor que lo interpreta, Bolaño construye historias narrativas, cargadas de sentido, que por esa misma carga parecen conducir a algo y que, sin, embargo, conducen a la circularidad de la relectura.

Ahí, creo, está lo que hace lo hace el mejor escritor de los últimos años. En plantar una bandera teórica sin tener que construir una teoría; en mostrar que el sentido no existe, no por medio de mostrar que el sentido no existe – como lo hace casi cualquier vanguardia modernosa y simplona– sino en mostrar que el sentido no existe porque el sentido existe. En construir el irrealismo como si estuviera construyendo el realismo. En cargar de señuelos el camino de Archimboldi, a Santa Teresa, para mostrar que ahí, en realidad, lo único que hay son historias que no tienen por qué tener sentido, a pesar de que lo tengan.

La taza del wáter era de mármol negro. Junto a ésta había un bidet y junto al
bidet una protuberancia de mármol de medio metro de alzada cuya utilidad Fate
fue incapaz de discernir. Semejaba, si uno forzaba la imaginación, una silla o
un sillín. Pero no pudo imaginar a nadie sentado allí, no en una posición
normal. Tal vez servía para poner las toallas del bidet. Durante un rato,
mientras orinaba, estuvo mirando la caja de madera y la escultura de mármol. Por
un instante, pensó que ambos objetos estaban vivos. A su espalda había un espejo
que cubría toda la pared y luego torcía el cuello hacia la derecha y veía el
protuberante artefacto de mármol, y en una ocasión miró hacia atrás y vio su
propia espalda, de pie ante el inodoro, flanqueado por el ataúd y por el sillín
de apariencia inútil. La sensación de irrealidad que le perseguía aquella noche
se acentuó.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La parte de Fate es la más Lynch de todas las partes de la novela. Cómo olvidar la película que Fate ve con el videoadicto, durante toda la cuál Fate se pregunta cuándo el videodicto va a tocarle la pierna, cuándo va a tener que cagarlo a trompadas. Todo se diluye y la tensión, más que desaparecer, se traslada. Pero cerca, a un costado. Amenazando con amenazarnos.
En la novela hay, digamos, cúmulos de sinsentidos -los asesinatos de Santa Teresa, si se quiere- en medio de oasis de sentido. Norton eligiendo, perdón, enamorándose de Morini. ¿Dónde está el misterio? Morini es, en varios sentidos, mejor que Pelletier y Espinosa. Morini y Norton sí tienen bastante sentido. Un sentido, por otra parte, que apenas entrevemos, que Bolaño nos muestra para clausurar la parte de los críticos e iniciar el ciclo de la locura. De la locura de Amalfitano, el filósofo.

Basic Blackjack dijo...

Let will be your way. Do, as want.